La Facultad Filosófica ocupa un escalón muy inferior... Así suele decirse, por ejemplo, que la filosofía es la sierva de la teología... Pero no se aclara “si va detrás de su graciosa señora, sujetándole la cola del manto, o si más bien la precede iluminándola con su antorcha”

Kant, La paz perpetua.

 

Es de sobra conocido que en la Crítica de la razón pura Kant demuestra que la razón es incapaz de alcanzar un conocimiento que rebase los límites de la experiencia y que, por lo tanto, es imposible la metafísica como ciencia teórica. Más específicamente, esto significa que las ideas de la razón (Dios, el alma, la libertad) no pueden ser objetos de conocimiento, sino sólo meros ideales reguladores que si bien proporcionan una meta a alcanzar, no son capaces de proporcionar ningún conocimiento válido acerca de sus objetos.

Para un tema como el de este trabajo, es de particular importancia el capítulo final de la “Dialéctica trascendental”, en el cual Kant examina las distintas pruebas ofrecidas para demostrar la existencia de Dios y demuestra que todo argumento teórico que pretenda versar sobre la existencia de Dios descansa sobre un conjunto de errores lógicos y supuestos inadmisibles y que, por tanto la teología no posee ningún valor en tanto que ciencia teórica. El propio Kant resume este resultado en los siguientes términos:

Sostengo, pues, que todas las tentativas de una razón meramente especulativa en relación con la teología son enteramente estériles y, consideradas desde su índole interna nulas y vacías; que los principios de su uso natural no conducen a ninguna teología. (KrV, A636/ B 664)

En este trabajo no me ocuparé de los argumentos que Kant ofrece en su crítica de la teología racional, lo que propiamente me interesa es mostrar la manera en que el propio Kant, restablece la teología como un saber que se encuentra íntimamente ligado a la reflexión sobre la moral y que encuentra en ésta dimensión su propia legitimación.

En efecto, la cita que acabo de transcribir se completa con la afirmación de que “de no basarnos en principios morales o servirnos de ellos como guía, no puede haber teología racional alguna”. Parece lícito afirmar que durante “los años de silencio” que preceden a la aparición de la primera Crítica, Kant se ha ocupado no sólo del problema de la fundamentación del conocimiento de la naturaleza, además, ha dedicado su labor a encontrar una solución a los problemas de la moral, la teología y la religión desde una perspectiva que no sólo no se opone al resultado fundamental de la crítica del conocimiento, sino que guarda una conexión sistemática con éste.

De ser válido el punto de vista que aquí propongo, la epistemología y la ética kantianas darían lugar a una teología y una filosofía de la religión que no son un mero añadido externo al sistema filosófico kantiano, sino que dichas disciplinas deben ser consideradas como partes necesarias e imprescindibles de este complejo sistema.