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Objeciones
generales |
Si, por el contrario, negamos la presencia del ser en el inicio caemos en el grave problema de determinar arbitrariamente un momento en que se comienza a ser y negar con ello la continuidad temporal. Como lo han señalado múltiples filósofos y especialistas de otras áreas, la pregunta más grave aquí es ¿qué somos antes de los catorce días o los tres meses? De suerte que ni una ni otra posición parecen del todo satisfactorias. Quizá el problema resida en que se pretende pensar la condición del embrión desde los absolutos: o puro ser, o puro devenir. Pero la ontología contemporánea, basada en la fenomenología: en la atención a la estructura radical de los hechos concretos, nos hace ver que se ha acabado la época de los absolutos y las dicotomías: estamos obligados a pensar lo relativo: el conjunto de relaciones complejas en el que se da la existencia de los seres –según nos hace ver Husserl en la Crisis de las ciencias europeas, y a partir de él toda la fenomenología posterior. Comprender ontológicamente al embrión desde la interrelación de sus múltiples aspectos es tarea aún por hacer para los filósofos contemporáneos. Se trata de reunir de manera plena el ser con el tiempo, para lo cual parece indispensable, según nuestra perspectiva, pensar a fondo el carácter totipotencial del cigoto. Junto con la postura sustancialista hemos de aceptar que en este carácter está la posibilidad de dar lugar a una individualidad, pero precisamente el problema reside en que el cigoto contiene sólo la posibilidad o la potencia. Desde Aristóteles sabemos que la potencia reúne ser y no-ser y debido a la implicación del no-ser resulta difícil admitir que la intervención en el cigoto sea equivalente a asesinar a una persona. Como lo admite el Comité Consultative de bioèthique de la UNESCO, el cigoto “no tiene la cualidad plena de persona. En consecuencia, junto con la postura procesal, podemos admitir que el tiempo es un factor determinante en la conformación de la individualidad. Sin embargo, al aceptar esto surgen muchas otras preguntas: si no somos individualidad humana desde el inicio, entonces –como ya dijimos- ¿qué somos? Asimismo, ¿se comprende bien el carácter totipotencial del cigoto cuando se le desconoce la capacidad de dar lugar a una individualidad? Es preciso reunir la plenitud del toti con el aún no-ser de la potencia, es decir, hay que reunir el ser con el tiempo. Este intento, no parece lejano a la biología contemporánea. Al menos así parece indicarlo la siguiente descripción de Jacob sobre nuestro ser en relación con el cigoto:
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