10 de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079
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El problema de la luz

"Le diré que estoy ahora cerca de desenmarañar el Caos, para hacer surgir la Luz, que es una de las más altas y difíciles materias que pueda jamás emprender; pues toda la Física o casi toda esta ahí comprendida."
Descartes, Carta a Mersenne, 23 de diciembre de1630.

La relevancia del problema de la luz en la física cartesiana es evidente. Ya desde el título de la obra destinada a exponer la naturaleza y comportamiento de los cuerpos materiales: El Mundo o Tratado de la Luz, la preeminencia de este fenómeno natural en el cuerpo de la física se hace patente. Sin embargo, cabe destacar que dicha preeminencia no resulta en absoluto común en el contexto histórico en que Descartes elabora su tratado. S. Martinet refiere en su artículo sobre el "Papel que desempeña la luz en la construcción de la ciencia cartesiana"(1), la originalidad de Descartes al proponer este problema como hilo conductor de su obra física. En este artículo subraya, entre otros aspectos, el que a continuación se menciona.

E. Saint Paul, físico renacentista cuyas obras, según se sabe, fueron conocidas por Descartes -y que además fueron merecedoras de su reconocimiento- en su Somme (2), además de desarrollar aspectos físicos en un orden similar al propuesto por Descartes en el prefacio a Los Principios de Filosofía (3), empero no asigna sino un sitio restringido al problema de la luz, en el mismo nivel de tratamiento en que ubica otros fenómenos. Tal orden -de lo general a lo particular- era seguido comúnmente en los tratados científicos de la época. Veamos en Descartes y luego con Saint Paul dicha coincidencia en el orden seguido en sus obras. En el prefacio a los Principios, Descartes afirma:

La segunda (parte) es la física, en la que, tras haber encontrado los verdaderos principios de todas las cosas materiales, se examina de un modo general como está compuesto el universo entero y luego, de un modo particular, cuál es la naturaleza de esta tierra y de todos los cuerpos que se encuentran más comúnmente alrededor de ella... (4)

Saint Paul, por su parte, aborda así su estudio del cosmos -según Martinet-:

…en la primer parte de su Física, los principios de las cosas naturales; trata sucesivamente, en la segunda parte (intitulada: Del cuerpo natural inanimado), Del Mundo y del Cielo, De los Elementos, De los Cuerpos Mixtos, e incluye en la tercer parte (intitulada: Del Cuerpo Natural inanimado)...todo lo que concierne a los seres vivos en general, terminando por el alma racional, que es la parte del hombre. (5)

Como se observa, el orden de tratamiento y los objetos de investigación son en general similares. No así el lugar asignado al tratamiento de la luz, que en Saint Paul es uno de los temas que componen la segunda parte, como una de las "propiedades imputables a la forma de los Cielos" (6). En Descartes, la estructura de su física, conformada por El Mundo o Tratado de la Luz (1629) y Tratado del Hombre, ubica el problema de la luz en un sitio por demás importante. Situación que como hemos mencionado, resulta original en Descartes.

No nos detendremos, por ahora en la búsqueda de las razones extrínsecas dadas por la época, que pudieron coadyuvar en la disposición de Descartes para asignar un sitio tan privilegiado a los fenómenos ópticos en el seno de su teoría física. A este respecto subrayamos el interés suscitado por el estudio de los fenómenos metereológicos que en esta época se produjeron y que indudablemente influyeron en el quehacer científico de los contemporáneos. Asimismo, la importancia dada por Descartes a la producción de instrumentos de uso práctico derivados de sus estudios en materia de óptica. Igualmente relevante resulta considerar la frecuente recurrencia en el Renacimiento a relacionar metafóricamente el privilegio del conocimiento, con la luz de la razón -como se advierte en el epígrafe- y, en suma, la jerarquía de la percepción visual por encima de otras, como un elemento distintivo de la época. Todas estas razones son consideradas extrínsecas para el propósito de esta investigación, en modo alguno por minimizar su importancia, sino por el hecho de que el objetivo que nos planteamos es abordar las razones, aquí consideradas extrínsecas, que condujeron a Descartes a ubicar como hilo conductor de su física al fenómeno de la luz. Esto es, las concatenaciones inherentes a su proyecto científico que coadyuvaron a la elección de tal hilo conductor.

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