10 de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079
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Sobre el problema del interaccionismo

Descartes intenta, al inicio de su tratado de Las pasiones del alma limitarse a la presentación del aspecto físico como base explicativa de nuestros sentimientos o pasiones, sin embargo, al introducir el problema de las funciones del alma, no mantiene la separación tajante entre alma y cuerpo sino que busca explicar las relaciones entre ambas substancias como relaciones de acción mutua o interacción.

Descartes funda el interaccionismo, muchas veces calificado de ininteligible, en la noción primitiva de la unión mente-cuerpo. Esta noción no es una idea clara y distinta del entendimiento, sino una idea primitiva que está en la base, no de la reflexión teórica sobre las sustancias, sino de la vivencia cotidiana, empírica y concreta de que nos experimentamos a nosotros mismos como una unidad y no como dos substancias incomunicadas.

La dificultad mayor de la propuesta cartesiana estriba en aceptar, dentro de una misma teoría, la idea metafísica de la completa separación y a la vez la idea de la unión de las dos substancias.

Así, las objeciones más importantes al interaccionismo cartesiano son:

1. La contradicción teórica que genera hablar de unión y separación de las substancias para una y la misma teoría que se finca sobre primitivos opuestos.

2. Que no hay una homogeneidad substancial que permita la relación entre alma y cuerpo, ya que el último es extenso con partes y movimiento, y la primera inextensa, sin partes ni movimiento.

Descartes intenta librarse de esta acusación diciendo:

  1. Que la heterogeneidad substancial no impide la unión entre el alma y el cuerpo.
  2. Que las relaciones entre alma y cuerpo no deben verse como relaciones de causalidad mecánica, esto es como relaciones entre cuerpo y cuerpo, sino bajo un esquema diferente de causalidad que permita la conexión de lo extenso y lo inextenso.

Presionando esta última idea, en la actualidad, F. Richardson sostiene que el esquema causal más amplio que invoca Descartes puede ser uno que admita causas agentes o libres, lo cual permitiría la conexión entre el orden físico y el metafísico (relaciones entre lo extenso y lo nextenso).

En otra dirección, pero buscando hacer la propuesta cartesiana inteligible, Daniel Garber propone que en Descartes la noción primitiva de unión mente-cuerpo es de tal manera básica que sustenta a todo esquema causal: tanto la causalidad mecánica (de lo extenso sobre lo extenso) como la causalidad metafísica de la acción de Dios sobre el mundo (de lo inextenso sobre lo extenso).

Mi opinión particular al respecto es que al establecer las nociones primitivas de unión mente-cuerpo y de res cogitans y res extensa, como dos substancias separadas, Descartes persigue dos objetivos distintos. En el segundo caso el análisis metafísico de las substancias; en tanto que en el primero propone la noción moral de persona en que se funda el ámbito de la acción humana. No se trataría, entonces, de dos nociones subordinadas una a la otra, sino de dos nociones que fundan dos sectores diferentes en que se intenta dar respuesta a dos órdenes de problemas: el metafísico y el moral.

Esto me ha llevado a concluir que en Descartes existen dos nociones de persona. Una noción moral de sujeto de la acción como unidad, donde la entremezcla de cuerpo y alma explica las conductas, y otra debida al análisis filosófico donde la persona realmente se desdibuja para dar paso al extraño compuesto de dos substancias que no se tocan. Se trata de la noción metafísica de que cuerpo y alma son substancias completamente heterogéneas.