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10
de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079 |
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El sinsentido del vacío Revisaré la concepción material que éste introduce respecto a la tradición. La materia corporal es sustancialmente homogénea, y lo que la caracteriza es el ser extensa y no intrínseca o espiritual. Esto lo fundamenta Descartes al postular la separación metafísica entre cuerpo y espíritu como dos sustancias independientes, cada una de ellas con su atributo especial: la extensión en largo, ancho y profundo para el cuerpo, y el pensamiento exclusivamente para el espíritu, justificando, de esta manera, la exclusión tajante de todo elemento espiritual en la constitución y funcionamiento de la materia corpórea. Consideración importante de la noción de materia es la exclusión del vacío. Descartes identifica el lugar o espacio con la extensión, de donde el universo cartesiano se convierte en un pleno o continúo de materia que hace inadmisible la posibilidad más remota del vacío. Dice Descartes sobre el particular:
Descartes aduce la apreciación falsa en que se incurre al juzgar preconcebidamente la existencia del vacío en casos de la vida ordinaria, como el citado ejemplo del tonel ocupado por aire y del cual se afirma que no contiene nada perceptible en su interior -dada la invisibilidad de sus partículas materiales- frente a otro tonel manifiestamente repleto de plomo u oro, para el cual se admite de manera generalizada la sensación de estar lleno. En verdad, considera Descartes, ambos toneles están igualmente llenos de materia, por lo que el valor de la percepción sensible como criterio de verdad es insostenible. Es erróneo atribuir una diferencia material entre cuerpos perceptibles e imperceptibles, éstos últimos -como las partículas del aire- concebidas comúnmente como una nada. Descartes recurre al caso hipotético de que, si hubiera vacío entre las paredes de un recipiente, sus paredes se plegarían, juntándose unas con otras, lo que de hecho no sucede debido a que ese espacio está lleno de materia. El vacío resulta, por ende, ser un sinsentido en la teoría física cartesiana. Es importante destacar que el pleno cartesiano, no obstante la posibilidad de la divisibilidad infinita de la materia -pues, como dice Descartes, puede suponerse la existencia de millones de partes en el más pequeño y perceptible grano de arena-, no se reduce a ser un concepto meramente geométrico; la división precisa detenerse en algunas de estas partes con objeto de explicar la pluralidad y diferencias de los cuerpos; por ejemplo, la diferencia existente entre cuerpos duros y líquidos, señalada en El Mundo. Consiguientemente, el pleno cartesiano es un pleno de materia que opera en la naturaleza y que se forma por las partes constitutivas de los cuerpos. La dificultad de admitir el pleno en relación con la existencia de partículas últimas, no sujetas a una nueva división, es resuelta gracias a las características de las partículas mismas de llenar todos los espacios, a manera de no dejar ninguno desocupado o vacío. (4) Por la impresión del movimiento la materia empezó a romperse originando partículas de diversos tamaños: unas muy pequeñas, otras medianas y grandes, que formarán los astros, cielos, cometas, la luz, la Tierra, esto es. La totalidad de los objetos del mundo visible. Las partes más grandes -también denominadas del tercer elemento o tierra- y cuya disponibilidad a moverse es mínima, comparada con las partes de los otros elementos, llenan sus poros con materia o con partículas del segundo elemento -llamado aire- que, dada su forma esférica -semejantes a los granos del polvo o de la arena- no pudiendo apretarse y disponerse completamente unas con otras dan paso a las partículas más pequeñas o del primer elemento, que es el fuego, para que terminen de penetrar en sus intersticios más difíciles de llenar. Curiosamente, Descartes se sirve de la terminología clásica de los elementos para explicar la diversidad material, pero, es justamente, sólo la terminología la que él toma de la tradición, pues la connotación que tales elementos tienen en su teoría física no se identifica, en lo absoluto, con alguna especie de diversidad sustancial. Sobre ello argumenta Descartes:
Lo que subyace al pleno es la idea de una homogeneidad material, por lo que resulta comprensible que el vacío no quepa dentro del cuerpo unificado de leyes que Descartes está construyendo; dejar huecos que escapen a la legalidad de la materia y del movimiento equivale a caer nuevamente en lo arbitrario y azaroso, de donde resulta que la negación del vacío es una derivación necesaria de las exigencias de postular una unidad material. |