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10
de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079 |
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La carta magna de la física mecánica Pasaré al análisis de tales leyes o principios generales que dan cuenta de la pluralidad fenoménica. La primera de estas leyes se refiere a la conservación del movimiento. Dice Descartes:
Esta ley -también llamada ley inercial- significa la instancia clara que apoya esta visión material y objetiva del mundo que Descartes quiere fundamentar. Supuesta la necesidad natural física, como única realidad sustancial de los fenómenos, la ley inercial constituye su principio o ley general más básica al sostener la permanencia o conservación indefinida del movimiento. (13) Precisaré el significado de tal postulación. Las regularidades y cambios manifestados en los fenómenos sólo pueden ser el resultado de un determinismo físico causal. En este sentido, la primera pregunta, la de la posibilidad de la existencia de los fenómenos, tiene su fundamento en esa realidad sustante, que es el movimiento. Para que las cosas devengan o se transformen de un estado a otro, es imprescindible que previamente esté contenida en ellas tal posibilidad de cambio. La realidad física no produce arbitrariedades, sino cambios cuyo comportamiento está potencialmente contemplado en sus condiciones iniciales. De esta manera, queda descartado que los fenómenos operen al azar o de la nada, que irrumpan sorpresivamente contradiciendo las reglas físicas. Postular la conservación del movimiento soluciona esta dificultad, al señalar un punto de partida o realidad sustente, el movimiento. En virtud de ello las partes de la materia conservan sus estados iniciales permanentemente; una figura cuadrada no podría transformarse repentinamente en redonda, o la realidad perpetuamente cambiante detenerse sin existir causas previas que provoquen tal alteración. La naturaleza se basta así misma en la regularidad y aplicación de sus leyes, y es el movimiento inercial el que sustenta su autonomía, evitando con esto el recurrir a fuerzas o agentes de índole diversa que ocasionen los cambios. De esta manera, asimilando esta ley fundamental y verdadera se está en condiciones de determinar objetivamente la dirección o curso de los procesos naturales. Esta concepción inercial de la física revoluciona hondamente las teorías clásicas del movimiento al grado de resquebrajar sus fundamentos. Pasaré, pues, al análisis de dichas transformaciones. |