10 de mayo de 2004 Vol. 5, No. 4 ISSN: 1607 - 6079
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Fascinación por el cosmos

Nadie sabe y nadie sabrá nunca quien fue el primer hombre que elevó sus ojos hacia el cielo para quedar fascinado con el espectáculo estelar que se ofrecía ante su mirada, lo que sí podemos asumir, razonablemente, es que aquel ser humano, hombre o mujer, y todos los que le sucedieron hasta el establecimiento de las primeras observaciones organizadas del cielo nocturno, deben haber sentido el mismo asombro y admiración por la noche estrellada. Lo plasmaron en sus mitos de creación y después lo incorporaron a sus religiones, agradeciendo al Creador el haberles otorgado tal magnificencia nocturna.

[haz click para ampliar]Fue Pitágoras de Samos, aquel que acuñara el término filósofo, el primer pensador occidental que sugirió que debía uno aspirar al conocimiento por el conocimiento mismo, es decir, amor por la sabiduría (filos - sofía), su pensamiento fue alentador para el desarrollo de las primeras Universidades en Alejandría y Constantinopla y posteriormente en Europa. Y fue en éstas en donde se originó casi de manera natural, ya que eran importantes centros de investigación y enseñanza, el estudio sistemático, moderno, de la observación de los astros y de los fenómenos del cielo.

Desde tiempos de los antiguos Caldeos (últimos babilonios llamados así por los griegos) la observación y el estudio de los astros estuvieron ligados a la influencia que éstos ejercían sobre las personas y los acontecimientos humanos, llamaron a esta forma de interpretación del cielo Astrología, y de ella emanaba un verdadero deseo de estudiar los astros, los planetas y las estrellas del Cosmos, lo que los llevó a la estructuración de un Zodíaco, es decir, de la organización de las luces del firmamento nocturno en constelaciones fantásticas, representando personajes histórico-míticos como Orión o animales como Escorpión y Tauro. Se desarrolló con la Astrología una verdadera pasión por el estudio del cielo y así, las observaciones de los antiguos escudriñadores del cielo en los Zigurats mesopotámicos o en los templos egipcios, Stonehenge, o el Caracol de Chichén Itzá, dieron nacimiento poco a poco al conocimiento de los diferentes cuerpos celestes que integran nuestro cielo nocturno, al conocimiento de sus movimientos y a la predicción de sus pasajes uno frente a otro, formando lo que llamamos eclipses.

[haz click para ampliar]Es muy probable que la Astronomía, o estudio científico del Universo, se haya derivado de estas observaciones iniciales, y la importancia de su conocimiento encontró razón de ser en las sociedades agrícolas (la mayor parte de las culturas de la Antigüedad), ya que requerían conocer con precisión el inicio de la época de siembra, la llegada de las primeras lluvias o de las avenidas fertilizadoras de los ríos: como el Indo que circulaba entre Harappa y Mohenho-Daro, el Tigris y el Éufrates que dieron vida sucesivamente a las civilizaciones Sumeria, Akkadia y Babilonia en Mesopotamia (nombre que significa precisamente: entre ríos), en Egipto el Nilo que hizo posible el desarrollo de la civilización más fastuosa y perenne que ha conocido el hombre en toda su Historia, o el Huang Ho y el Yang Tze que permitieron la aparición y existencia de los antiguos Siete Reinos en China.