Una
civilización polícroma Los
edificios eran construidos de piedra caliza, la cual quedaba oculta
por una capa de estuco, que se elaboraba al mezclar cal obtenida
de la misma piedra caliza y arena, lo que daba una pasta blanquecina.
Así con el estuco se lograba una superficie lisa sobre la
que se impregnaban los pigmentos y se trazaban figuras. Posiblemente
el exterior de la mayoría de las grandes edificaciones de
las ciudades mayas se pintaba de rojo y según las evidencias
que aún se conservan, quizá en las fachadas hubo escenas,
aunque la mayoría de los murales que se han preservado se
encuentran en tumbas y en el interior de los cuartos.
Las
imágenes pictóricas ocuparon diversos espacios arquitectónicos
como jambas, dinteles, cornisas, frisos y molduras en el exterior
y, pisos, muros, banquetas, la bóveda y las piedras tapas
de bóveda, en el interior de los cuartos.
El
procedimiento para realizar la pintura mural iniciaba desde la búsqueda
para obtener los pigmentos; algunos eran de origen inorgánico
y se extraían de las tierras, otros provenían de materiales
orgánicos y se encontraban en la vegetación como el
azul y verde, así los mayas lograron crear una variada paleta
cromática. El aglutinante, para fijar los pigmentos, se conseguía
en la savia de algunos árboles y de plantas gomosas. El enlucido
de cal que se utilizaba como soporte en la superficie donde se pintarían
las imágenes, se alisaba hasta que estuviera uniforme; después
el artista dibujaba el contorno de las figuras generalmente con
una línea roja y las rellenaba de color; al finalizar, el
rojo del contorno se repintaba de negro. Es posible que los pintores
pertenecieran a la elite, sin embargo hace falta más información
acerca del papel que tenían dentro de la organización
social de los grupos mayas.
Los
murales más tempranos que se han descubierto hasta ahora
corresponden al periodo Preclásico tardío (400 a.C.-250
d.C.) y se trata de pinturas en contextos funerarios y por tanto
la iconografía parece aludir a los niveles del cosmos, a
los dioses y a los antepasados. Las del periodo Clásico (300-900
d.C.) se refieren a hechos históricos y míticos del
hombre y de los dioses, guerra, autosacrificio, rituales relacionados
con las familias dinásticas y eventos celestes. En las pinturas
del Postclásico (900-1550 d.C.), se presentan algunas variantes
iconográficas; predominan las imágenes de dioses y
no la de los miembros de la elite, pero el cambio más notable
es en el estilo y en la presencia de rasgos distintos a los de la
tradición pictóricadel Clásico. Para mostrar
las características antes expuestas se describen algunos
ejemplos a partir de la cronología y la temática.
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