10 de agosto de 2004 Vol. 5, No. 7 ISSN: 1607 - 6079
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Clásico Temprano (250-600 d. c.)

Durante esta etapa la civilización maya logra su máximo desarrollo en las artes, el calendario y la escritura jeroglífica. Nuevamente hay un notable incremento de la población como resultado de un mayor excedente de producción. La gran mayoría de los estudiosos coincide en considerar la organización social de las tierras bajas como una sociedad estratificada y compleja a nivel de estado; con la existencia de especialistas de tiempo completo separados de la producción agrícola. Todo ello implicó la evolución de las tendencias aglutinadoras de los sistemas de parentesco antiguos y las formas de cohesión social adoptadas por las clases gobernantes. El principal elemento cristalizador de tal progreso, en la mayoría de las sociedades pasadas o antiguas, ha sido la religión, íntimamente ligada al poder. Ésta siempre se proyecta para satisfacer las necesidades existenciales de los distintos grupos humanos.

En la región central de Petén se verificará el desarrollo más espectacular durante el periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.). Los principales asentamientos en el área crecen en forma sin precedente, se erigen estelas y tableros con inscripciones jeroglíficas que legitiman el ascenso y permanencia en el poder de los gobernantes retratados en los relieves, en piedra y en estuco. Se incrementa el comercio y se consolidan las relaciones con regiones distantes y circula gran cantidad de productos utilitarios, objetos suntuarios y avances culturales. También es evidente un notable aumento de los conflictos interétnicos y las disputas entre las distintas hegemonías imperantes, moviendo las fronteras entre los distintos señoríos, dinámica acorde con el avance de la civilización y que permaneció vigente por más de ocho centurias.

Algunos asentamientos decrecen y se abandonan (como Cerros), al tiempo que otros evolucionan y se convierten en las principales capitales regionales, reforzando el poder mediante alianzas y uniones matrimoniales (como Palenque, Caracol, Copán, Tikal y Yaxchilán). Durante este lapso son evidentes las relaciones culturales de Tikal, Copán y Kaminaljuyú con la gran metrópolis de Teotihuacan, en el altiplano mexicano. Tikal (Figura 33), de manera particular, participó de un flujo de mercancías en ambos sentidos, el cual era controlado por las élites gobernantes. Especialmente la iconografía de las pinturas murales y de los relieves de estelas y tableros parece evidenciar cierto grado de dominación impuesta por personajes de las élites teotihuacanas interesadas en los recursos que estas ciudades, ubicadas en las selvas tropicales, les podían ofrecer.

Figura 33. Vista posterior del Templo 1 de Tikal, Guatemala. En primer plano se observa la variante maya del talud y tablero teotihuacanos.

Hacia la mitad del siglo VI se verifican acontecimientos que distorsionan el aparente progreso de los principales sitios, como Tikal y Kaminaljuyú, tal vez eclipsados por otros centros de poder en constante pugna por los tributos que los pueblos conquistados debían pagar, como una manera de obtener mano de obra, productos de intercambio, víctimas para los sacrificios y también esclavos. Esta perturbación social y económica es evidente en la ausencia de monumentos esculpidos, y disminución de las actividades constructivas, de templos y obras públicas, como caminos e infraestructura agrícola.

Recientes investigaciones han demostrado que este momento, conocido como el “hiato del Clásico Medio”, no fue tan generalizado como se pensaba, ya que el importante sitio de Caracol presenta un auge sin precedentes y realiza una incursión militar en contra de Tikal y resulta victorioso. Así, algunas ciudades como Tikal pierden poder mientras Caracol y seguramente otros sitios aliados de éste, ganan mayor importancia económica y política.

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