Clásico
Temprano (250-600 d. c.)
Durante
esta etapa la civilización maya logra su máximo desarrollo
en las artes, el calendario y la escritura jeroglífica. Nuevamente
hay un notable incremento de la población como resultado
de un mayor excedente de producción. La gran mayoría
de los estudiosos coincide en considerar la organización
social de las tierras bajas como una sociedad estratificada y compleja
a nivel de estado; con la existencia de especialistas de tiempo
completo separados de la producción agrícola. Todo
ello implicó la evolución de las tendencias aglutinadoras
de los sistemas de parentesco antiguos y las formas de cohesión
social adoptadas por las clases gobernantes. El principal elemento
cristalizador de tal progreso, en la mayoría de las sociedades
pasadas o antiguas, ha sido la religión, íntimamente
ligada al poder. Ésta siempre se proyecta para satisfacer
las necesidades existenciales de los distintos grupos humanos.
En
la región central de Petén se verificará el
desarrollo más espectacular durante el periodo Clásico
Tardío (600-900 d.C.). Los principales asentamientos en el
área crecen en forma sin precedente, se erigen estelas y
tableros con inscripciones jeroglíficas que legitiman el
ascenso y permanencia en el poder de los gobernantes retratados
en los relieves, en piedra y en estuco. Se incrementa el comercio
y se consolidan las relaciones con regiones distantes y circula
gran cantidad de productos utilitarios, objetos suntuarios y avances
culturales. También es evidente un notable aumento de los
conflictos interétnicos y las disputas entre las distintas
hegemonías imperantes, moviendo las fronteras entre los distintos
señoríos, dinámica acorde con el avance de
la civilización y que permaneció vigente por más
de ocho centurias.
Algunos
asentamientos decrecen y se abandonan (como Cerros), al tiempo que
otros evolucionan y se convierten en las principales capitales regionales,
reforzando el poder mediante alianzas y uniones matrimoniales (como
Palenque, Caracol, Copán, Tikal y Yaxchilán). Durante este lapso
son evidentes las relaciones culturales de Tikal, Copán y
Kaminaljuyú con la gran metrópolis de Teotihuacan,
en el altiplano mexicano. Tikal (Figura 33), de manera particular,
participó de un flujo de mercancías en ambos sentidos,
el cual era controlado por las élites gobernantes. Especialmente
la iconografía de las pinturas murales y de los relieves
de estelas y tableros parece evidenciar cierto grado de dominación
impuesta por personajes de las élites teotihuacanas interesadas
en los recursos que estas ciudades, ubicadas en las selvas tropicales,
les podían ofrecer.
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Figura
33. Vista posterior del Templo 1 de Tikal, Guatemala.
En primer plano se observa la variante maya del talud y
tablero teotihuacanos. |
Hacia
la mitad del siglo VI se verifican acontecimientos que distorsionan
el aparente progreso de los principales sitios, como Tikal y Kaminaljuyú,
tal vez eclipsados por otros centros de poder en constante pugna
por los tributos que los pueblos conquistados debían pagar,
como una manera de obtener mano de obra, productos de intercambio,
víctimas para los sacrificios y también esclavos.
Esta perturbación social y económica es evidente en
la ausencia de monumentos esculpidos, y disminución de las
actividades constructivas, de templos y obras públicas, como
caminos e infraestructura agrícola.
Recientes
investigaciones han demostrado que este momento, conocido como el
“hiato del Clásico Medio”, no fue tan generalizado
como se pensaba, ya que el importante sitio de Caracol presenta
un auge sin precedentes y realiza una incursión militar en
contra de Tikal y resulta victorioso. Así, algunas ciudades
como Tikal pierden poder mientras Caracol y seguramente otros sitios
aliados de éste, ganan mayor importancia económica
y política.
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