10 de septiembre de 2004 Vol. 5, No. 8 ISSN: 1607 - 6079
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Conclusiones

Para depositar una carta en un buzón de correo ordinario, primero tiene que escribirse el mensaje en una hoja de tamaño carta, precisamente. Después hay que doblar la hoja para meterla en un sobre rotulado, al que ya sólo le hace falta un “timbre” postal. Al pasar el camión de la oficina de correos a vaciar el buzón, comienza una nueva “mecánica” relacionada con el traslado de la carta hacia su destino: la oficina de correos que se encargará de entregarla en el domicilio del destinatario.

El procedimiento que se sigue para el envío de un mensaje a través del correo, está constituido por elementos físicos y “palpables” que son manipulables. En el caso de un mensaje enviado a través de los recursos que ofrece Internet, los elementos manejables que están a la mano sólo son el teclado y la pantalla de una computadora. Al enviar un e-mail y recibir respuesta, en el usuario común queda la sensación de que su computadora es una herramienta “mágica”, cuyas funciones están fuera del alcance de sus sentidos en cuanto a cómo envía y recibe mensajes y archivos.

Queda de manifiesto que la distancia entre el correo postal e Internet para el envío de mensajes, está marcada por la evolución de la tecnología. Los recursos de Internet son igualmente tangibles, pero están conformados por equipos de cómputo y programas (hardware y software), cada uno con un nombre, una función y una descripción propios.