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10
de septiembre de 2004 Vol. 5, No. 8 ISSN: 1607 - 6079 |
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Para los hombres de la calle el libro de la vida está escrito en términos de experiencia. Para la ciencia, hasta 1953, la vida estaba escrita y leída con señales que mostraban adaptabilidad, flexibilidad ante los cambios ambientales, un catálogo maravilloso de estructuras biológicas respondiendo con sus modos de vida a las exigencias de los dominios vitales y transformándose evolutiva y selectivamente con ellos. Desde principios de siglo, Linus Pauling (1901-1994 investigó las estructuras cristalinas de algunos compuestos inorgánicos con la ayuda de los Rayos X. Desde 1932 aplica su tecnología a la investigación de moléculas orgánicas. En 1950 ya obtenía resultados sobre la estructura cristalina de los aminoácidos y proteínas, y deducía modelos helicoidales con puentes de hidrógeno para las grandes cadenas de polipéptidos. En 1951 Fred Sanger, en Cambridge, había descrito la estricta secuencia de 51 aminoácidos que componen la proteína de nombre insulina. Esta secuencia tenía que responder a una secuencia de código igualmente estricto en el ADN. Francis Crick propuso que esa secuencia estaba formada por tríadas de escalones. Cada tríada proporcionaba código de identificación para señalar cada uno de los 20 aminoácidos conocidos, con los cuales están construidas todas las proteínas de los organismos a lo largo de la historia de la vida. Rosalind Franklin (1920-1958) en mayo de 1952 obtuvo en el King’s College de Londres las primeras microfotografías de fibras de ADN en alta resolución, mediante difracción de Rayos X,. La fotografía 51 de la colección llegó a manos de James Watson y Francis Krick en el Laboratorio Cavendish, en Cold Spring Harbor (J. M. Sánchez Ron, 2003). Aquella fotografía les proporcionó el definitivo indicio que resolvió sus dudas respecto a la identificación definitiva del ADN como doble molécula helicoidal, e intuido el mecanismo de la autorreplicación. El 25 de abril de 1953 se publicaba en la revista Nature el descubrimiento en un artículo de dos páginas y 900 palabras. Resumía lo que se consideraba el éxito más grande de la ciencia en todo el siglo XX. Si no el más grande, sí el más significativo, porque daba un paso de gigante respecto a lo qué la ciencia entiende que es la vida. En la algarabía por el descubrimiento se entremetían filosofías. Medio entre dos luces se quería estar viendo la cosa de la vida. En 1966 se confirmó lo correcto de aquél código; en el código estaba cifrada y podrían identificarse las instrucciones para la síntesis de los aminoácidos y la existencia de señales para iniciar y finalizar la síntesis de proteínas. Por este motivo se aplicó al ADN el apelativo de código genético . Se estima en 3.150 millones de “letras” (pares de bases) la secuencia completa del código genético3 humano, genoma humano, agrupadas en conjuntos de 23 pares de cromosomas. Dicen, que la mayor parte de la serie no tiene función conocida (“ADN basura”), aproximadamente el 97% de la secuencia; con todo lo que sabemos, dar estas cifras es casi como estar todavía, a pesar de la magnitud del descubrimiento, como al alba y a la luz de velas. |