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10
de septiembre de 2004 Vol. 5, No. 8 ISSN: 1607 - 6079 |
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Dentro del lenguaje de la biología del siglo XXI, en la Sociedad de la Información, como Jan Stewart ya ha indicado, estará integrado el lenguaje de las biomatemáticas y la bioinformática.
Potentes algoritmos y poderosísimas computadoras se dedicarán en el futuro a identificar los genes que se encuentran cifrados en el ADN, del mismo modo que han sido necesarios para transcribirlos. Y, lo más importante , será necesario el auxilio de los algoritmos matemáticos para comprender el mecanismo de su funcionamiento: seguimiento simultáneo de la expresión de miles de genes (expresión arrays) -porque del conocimiento de esa interacción depende la comprensión del funcionamiento global de la célula-, encontrar el medio bioinformático para comparar la expresión génica en individuos distintos y establecer correlaciones con sus características individuales; vislumbrar las rutas de señalización, las rutas metabólicas, los sistemas de control que enmarcan las redes de interacción entre proteínas y genes. En el marco de esa dinámica bioinformacional (A. Valencia, 2003) se encuentran las claves que relacionan sus cambios y nuestra vulnerabilidad a enfermedades, nuestra tolerancia química y el fármaco más adecuado. En el auxilio de las tecnociencias deposita el genoma humano las más prometedoras esperanzas para el desarrollo de la medicina. Tal vez, algún día que algunos consideran próximo, mediante poderosas computadoras, la información contenida en el código genético permita relacionar (dar indicios) pautas organizativas de su estructura y su conexión con rasgos de nuestra propia personalidad. No más de 10 años se dan los científicos para que sea posible a un costo razonable que un individuo nacido en un hospital posea en un DVD un amplio repertorio de su genoma, para que conozca con predicción razonable un catálogo de enfermedades a las que es especialmente propenso o el resultado de un estudio génico de al menos 25 enfermedades comunes. Lo que estos dos acontecimientos implican en todas las direcciones de la actividad humana marcará profundamente el modo de vida a nivel global, en lo que ese modo de vida tiene de acción y en lo que ese modo de vida tiene de pensamiento y de riesgo: estamos ante un paso cualitativamente diferente en cuanto a la disponibilidad de la naturaleza, el acceso a esa disponibilidad es un aspecto esencial de la calidad mental y de la responsabilidad que define lo humano en la Sociedad de la Información (K. Davies, 2001, p. 290). Esas raíces que llegan hasta el ADN ya se rastrean incluso en patologías psiquiátricas. |