10 de septiembre de 2004 Vol. 5, No. 8 ISSN: 1607 - 6079
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Niveles de salubridad

En la dimensión epocal que denominamos sociedad de la Información la vida saludable no puede comprenderse sólo en términos de presente y de individuos, sino de presente y futuro, de comunidades humanas y de sostenibilidad global del mundo de la vida. En términos de actuaciones y en términos de consecuencias, acciones y consecuencias globales y epocales (largo plazo).

Deben entrar en las consideraciones las variaciones globales de las condiciones medioambientales producto de la actividad humana en la biosfera, el mantenimiento o la degradación de la capacidad productiva de los bioecosistemas gestionados por los grupos humanos: salubridad ecológica.

La consecuencia fundamental de la transferencia de conocimiento biomédico al modo de vida ha sido la prevención de enfermedades, la sanación de enfermedades y, como consecuencia global, la prolongación del transcurso vital. La transferencia de conocimiento, que crea condiciones sociales y materiales, entremete en sus desigualdades de distribución comunitaria desigualdades de salubridad en los entornos vitales. La responsabilidad global de los humanos con la vida compromete a la especie con las desigualdades sociosanitarias. La vida saludable, en perspectiva global, es el resultado presente de la historia comunitaria de prácticas, de condiciones materiales y ambientales, de programas políticos: salubridad social y cultural, la dimensión pública de la salud, que se extiende más allá de la actuación de la medicina. Sirva un dato: el 11 de febrero del 2002, anunciaba la BBC6, una expectativa de vida media para los europeos de 74,9 años para los hombres y 81,2 para las mujeres; mientras que en Etiopía se prevé que, como consecuencia de guerras, SIDA y pobreza, la mayoría morirá antes de los 48 años.

Buena parte de los problemas sanitarios están relacionados no con la susceptibilidad a enfermedades como consecuencia de la identidad génica de los individuos, sino como consecuencias de sus hábitos comportamentales, patógenos de comportamiento. Entre ellos cabe subrayar los comportamientos personales insalubres (p.e. consumo excesivo de alcohol o de tabaco, conducción imprudente de vehículos...) y los comportamientos relacionales insalubres (p. e. agresividad y malos tratos en el hogar, incidencia de emocionalidad destructiva...) (J. Guimon, 2001). Estaríamos ante el ámbito de la salubridad de la vida personal e interpersonal.

El conocimiento científico de los mecanismos biológicos, globalmente considerados proporciona evidencias acerca de factores de riesgo y oportunidades magníficas de intervención; las prácticas culturales advierten, paralelamente, de patrones epocales de enfermedad, que amenazan la calidad de vida posible y la sostenibilidad global del bienestar social. Tres aspectos nos parecen especialmente relevantes para una concepción de la vida saludable en la Sociedad de la Información: (i) la introducción del concepto de calidad de vida posible en la consideración de todas las formas de disfuncionalidad, de discapacidad o de predisposición de origen genético, como criterio para el trato sociocultural con toda forma de diferencia vital; (ii) la contrastación del valor de la calidad de vida y con el envejecimiento poblacional, como marco de referencia para las consideraciones socioculturales de trato con la denominada tercera edad y con las actuaciones respecto al bien morir; (iii) replanteamiento de una ética de la calidad de vida y de trato con la propia corporalidad que someta al juicio de la responsabilidad con la vida los estilos de vida y las prácticas sociales.

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