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10
de octubre de 2004 Vol. 5, No. 9 ISSN: 1607 - 6079 |
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La imagen icónica
Hay dos mecanismos básicos a través de los cuales se vincula una imagen con la realidad: la iconicidad y la indicialidad. Para Peirce (1955, 102), “cualquier cosa, sea una cualidad, un individuo existente, o una ley es un Icono de cualquier cosa mientras sea como esa cosa y se utilice como signo de ésta” (subrrayado mío). Opera un mecanismo de semejanza. Una virgen renacentista o barroca parecía probar su existencia para sus devotos por el realismo en sí mismo de su representación visual. En este sentido, la representación de figuras religiosas funciona por iconicidad no del referente, como sería un retrato de la Virgen real, sino de la referencia, es decir, de la representación mental que tienen los sujetos de las ideas religiosas. Hay un proceso re-entrante o bidirecciónal donde la imagen pictórica re-presenta la idea social de la Virgen María, y al mismo tiempo constituye esa imagen mental en los sujetos. Los sujetos imaginan a la Virgen por las representaciones visuales que existen de esta imagen.2 Si la pintura religiosa se esfuerza en volver visible lo invisible, la fotografía vuelve permanente lo efímero, cercano lo distante y real lo imaginario. La fotografía analógica es icónica en tanto que la percepción de la imagen fotográfica de, por ejemplo, una silla, se asemeje de algún modo a la percepción de tal silla, aunque la primera esté impresa en papel, plata y gelatina y la segunda sea de madera y hoja de palma. Después de las críticas al iconismo peirceano esgrimidas por Eco (1978. 325-360) puede decirse con suficiente confianza que la iconicidad radicaría en la semejanza no entre imagen y su referente, sino en la percepción de ambos, objeto y representación. El filósofo Jos de Mul (1997) afirma que la fotografía se convierte en la expresión paradigmática de la metafísica moderna heideggeriana. La ecuación que propone es: si el mundo se vuelve imagen en la época moderna (para Heidegger), tal “imagen de mundo” la proporcionó la fotografía (para de Mul). Aunque la premisa heideggeriana está equivocada, pues el mundo ha sido imagen para el hombre desde el paleolítico y el neolítico con las figuras rupestres, totémicas y mitológicas a la actualidad, de Mul acierta. En este mundo de imágenes, la fotografía analógica adquirió el papel protagónico durante un siglo entero, digamos que desde los tres cuartos del siglo XIX a los tres cuartos del XX. Pero no olvidemos que toda religión y toda ciencia, todo arte y toda ideología política proponen una imagen del mundo. Lo que varían son los códigos de representación. |