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10
de octubre de 2004 Vol. 5, No. 9 ISSN: 1607 - 6079 |
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Meyer, una “obra en proceso” - ¿Quién es Pedro Meyer? Bueno, es una pregunta que me hago todas las mañanas que me levanto, porque creo que cambia todo el tiempo, espero cambiar todo el tiempo, creo que debemos estar constantemente en un proceso de transformación. Si pudiera responder esa pregunta con una frase hecha entonces la pondríamos en una lápida y me moriría... ...Me preguntas quién es Pedro Meyer, es una “Obra en proceso”. - Dónde decides “Voy a ser fotógrafo” No creo que uno pueda decir así, específicamente, una hora o un momento. El gusto que uno tiene por algo, el deseo, se van perfilando y a lo largo de mi vida hubo muchos momentos donde yo quería ser fotógrafo, pero las condiciones no se daban, no podía serlo, ni me dejaban. Lo que yo quería, en ello persistía, no importaba lo que yo estuviera haciendo, siempre estaba en mi cabeza. - Llega un momento en el que empiezas a vivir de la fotografía, ¿Cuándo es ese momento? A los 39 años decido dedicarme de lleno a vivir de la fotografía. -¿Qué dejaste para dedicarte a esto? Yo estaba dirigiendo una empresa industrial. Había empezado con un tallercito de lámparas para ayudarme a ganar algo más de dinero, para sostenerme luego como fotógrafo. Y ese taller creció y creció, me daba cuenta cada vez que una cosa es que yo pudiera hacerlo y otra es que yo quisiera hacerlo y cuando ya tenía más de 500 trabajadores me estaba alejando de lo que realmente quería hacer. Que no tenía sentido y si no cortaba de tajo, simplemente, estaría platicando de lo que quería ser y no. En esas cosas soy muy claro. En determinado momento digo: “hasta aquí”, de un día para otro corté y me dediqué a la fotografía para vivir profesionalmente de ella. - ¿Qué fue primero, el Coloquio? Antes del Consejo… El Consejo se hizo para poder organizar el Coloquio, el Consejo fue el vehículo con el cual implementamos el Coloquio. - ¿Cómo se dio el primer coloquio? Muy sencillo. Cuando llevé mi portafolio de fotografías a Nueva York, porque te repito aquí no había nadie para saber si lo que estaba imprimiendo estaba más o menos bien. Cómo puedes prosperar si no tienes critica, solo no te puedes juzgar si no tienes la resonancia de algo, bueno ni siquiera público, trabajas completamente en la oscuridad. En el contexto del Club Fotográfico lo que imperaba era una serie de criterios fotográficos muy limitados. Estaba en el Club pero me salí y conmigo se salieron veinte más. Me harté y fundamos el grupo Arte Fotográfico. Nos juntábamos para hacer exhibiciones y cosas con un poco más de sustancia y eso fue bien pero aquello terminó como cuestión social, era más por entretenimiento que por cuestión artística, terminó bien y ya. De Nueva York me fui a Francia, al Encuentro de Artes, regresé y llamé a un grupo de amigos. Invité a Raquel Tibol, quien fue muy importante porque tenía una cercanía con el mundo de la cultura y el arte que yo no tenía y ella como consejera me hacía ver cosas fundamentales para que el proyecto se desarrollará bien y creo que sus sugerencias fueron cruciales para el buen desempeño del proyecto. Invité a Aníbal Ángulo, Lázaro Blanco, Julieta Jiménez Cacho, José Luís Neyra, Rodrigo Moya y Nacho López y al ir incorporando a las diferentes personas que podían sumarse al proyecto cada quien iba sumándole puntos de vista, inquietudes, intereses y sus experiencias de manera muy rica. Mi función era la de aglutinar, la de recoger y entusiasmar a todo mundo para que se sumaran y evitar que las cosas se dispersaran. Mi función era la de ir recogiendo las buenas iniciativas, combinarlas y orientarlas. De esta manera, fuimos creando un directorio de fotógrafos a los cuales invitar al Coloquio Latinoamericano del cual nadie conocía nada. |