Revista Digital Universitaria
10 de diciembre de 2005 Vol.6, No.12 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 

 

 
Física, matemáticas o biología

 

Sin duda, uno de los aspectos más notables de la geometría fractal es que ofrece un modelo alternativo a otras geometrías. Busca una regularidad en las relaciones entre un objeto y sus partes a diferentes escalas. Esta forma de regularidad no precisa comprimir a los objetos en otras formas geométricas que, aunque elementales, no dejan de ser externas al mismo, sino que busca la lógica interna del propio objeto mediante relaciones intrínsecas entre sus elementos constitutivos cuando estos se examinan a diferentes escalas. De esta manera en caso alguno se pierde la perspectiva ni del objeto global, ni del aspecto específico del mismo en cada escala de observación. En síntesis, la geometría fractal busca y estudia los aspectos geométricos que son invariantes con el cambio de escala (De Guzmán, 1993)

Es probable que al comienzo las primeras aplicaciones de la geometría fractal hayan estado ligadas a la física, matemáticas o biología, pero posteriormente se han encontrado innumerables ejemplos en casi todas las ramas del conocimiento. Pareciera ser que el mundo microscópico, orgánico e inorgánico, está lleno de objetos fractales. Los ejemplos que se pueden encontrar son de la más amplia gama: las fracturas, la superficie de las células, la estructura pulmonar o circulatoria, la formación de nubes, las montañas, probablemente la distribución de la materia en la galaxia, las fluctuaciones en la intensidad de la radiación de un quasar, los árboles, los líquenes, los relámpagos, y un largo etcétera (Solé & Manrubia, 2001). Precisamente, la geometría fractal tiene una irregularidad interna con una cierta ordenación, y describe la frontera entre el movimiento ordenado y el movimiento caótico de las trayectorias de un sistema (González, 1996).

Los ejemplos de la aplicabilidad de los fractales también se han apreciado en fenómenos propios de las ciencias sociales. Por la naturaleza y características de los datos, las aproximaciones a la descripción fractal de fenómenos sociales se ha iniciado en la economía. La aplicación de los fractales en la volatilidad de precios y cambios de escala en economía la da el mismo Mandelbrot, analizando las variaciones de precios del algodón y determinando las características estacionarias de la serie (Mandelbrot, 1977/1987). Posteriormente ahonda en temas financieros relativos a la variabilidad temporal de precios especulativos en Fractals and Scaling in Finance (Mandelbrot, 1997). Importantes aplicaciones fractales en economía se encuentran en una nueva rama denominada Econofísica, que se caracteriza por utilizar herramientas de la Física, en particular, un área específica de ella llamada Física Estadística, obteniendo gran éxito en la explicación del comportamiento colectivo de grandes conglomerados de partículas. Es así que muchos econofísicos han comenzado a trabajar en el mundo de la economía, concretamente en el área de las finanzas, y entre sus herramientas de trabajo buena parte están ligadas a la geometría fractal (Mansilla, 2003; Lacasa & Luque, 2005). Dentro de estas herramientas se encuentra el exponente de Hurst, una técnica para estimar la dimensión fractal en series de tiempo.

Se han documentado también experiencias interesantes en el análisis de la forma de crecimiento de las ciudades, existiendo un consenso en que el crecimiento urbano no se produce de forma que el espacio disponible se llene en manera compacta. Dado que la dimensión vertical es despreciable frente a las dos dimensiones horizontales, se puede caracterizar la geometría de los asentamientos urbanos con una dimensión que varía entre 1 y 2. Cálculos realizados en más de 30 ciudades descubren una dimensión entre 1,6 y 1,8 en la mayoría de ellas. Un reflejo de una ciudad se halla analizando la autosimilaridad de la red de transportes urbanos (Solé & Manrubia, 2001), también observado recientemente en un estudio sobre la dimensionalidad de las líneas de metro y los ensambles de las estaciones en la red de transporte público de Seúl (Kim, Benguigui & Marinov, 2003) y en la dimensión fractal de las calles de Tokio (Rodin & Rodino, 2000).

Por último, Jean Piaget en su obra L’équilibration des structures cognitives. Problème central du développement, de 1975 inició incursiones teóricas respecto a los fractales (y, en general, los sistemas dinámicos) en la psicología para describir procesos cognoscitivos, casi de manera simultanea a la publicación del ensayo de Mandelbrot de 1975. Más recientemente, y sólo citando algunas aplicaciones que provienen de la psicología cognoscitiva, existen trabajos abocados a la caracterización del proceso de generación de inferencias sintéticas. En estas investigaciones, como una medida de la complejidad geométrica de las figuras formadas por los trazos de búsqueda de los sujetos, se estimó su dimensión fractal (Labra, Quezada, Cañete, Basaure & Mora, 2000). Es decir, las inferencias sintéticas analizadas fueron generadas en relación al juego “battleship” y plasmadas en una cuadricula de 10 x 10, para ser descritas posteriormente mediante la dimensión fractal de su recorrido en el tablero de juego (Cañete, 2000; Labra, 1995; Labra, Canals & Santibáñez, 1997; Labra, Quezada, Cañete, Basaure & Mora 2000; Quezada, 1998.

 

 

 
   

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