
La
subjetividad en los noticieros
Las ideas
y las teorías viajan de un lugar a otro, de una época a
otra. Y cada paradero las cambia un poco, les agrega o quita matices y
las dirige hacia rumbos no previstos por sus creadores. Así, en
rasgos muy generales, lo establece Edward Said en su famoso ensayo Travelling
Theory.1
Los postulados de Said son muy cuestionables y, sobre todo, manipuladores:
le cuesta poco trabajo transformar las teorías revolucionarias
del marxista húngaro Georg Lukacs, a lo largo de un viaje a través
del París de los años 50, en el discurso académico
oficial de la Inglaterra conservadora de los años 70. Pero es asunto
de los teóricos de la literatura discutir el valor de los hallazgos
de Said para su disciplina. Me permito aplicar la teoría en campos
diferentes, el de la televisión y el de los aniversarios. Que me
perdone Said quien detesta, sólo académicamente, por supuesto,
a Foucault y Derrida, padres de la tergiversación conceptual.
Si
las ideas pueden viajar, fácil debe ser para las noticias preparar
sus maletas y emprender el recorrido a través de fronteras y océanos.
Y, ¡Cómo viajan! A velocidad satélite, brincando de
pantalla en pantalla. Tan vertiginosa es la carrera que a veces se marean
y pierden la orientación, a veces hasta padecen de una verdadera
crisis idiosincrásica y de cuando en cuando pierden por completo
su identidad. Un paradero muy peligroso al respecto son los noticieros
y programas de diversión de la televisión. Ejemplifico con
dos medios mexicanos y uno alemán:
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