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Una literatura altamente intertextual ya no puede ser original en el sentido tradicional. En un tiempo en el que todas las formas literarias son empleadas, un texto literario sólo puede ser escrito por un autor que imite el rol de Autor [...] La intertextualidad posmodernista [...] generalmente tiene una función deconstructiva [...] Tal literatura del pla(y)gio se enorgullece meramente de su función exclusivamente lúdica. (Broich, 1997: 252-253. La traducción es mía)

Explicado lo anterior, y dado el amplio campo que cubre el concepto intertextualidad, debe precisarse cómo se expresa El Quijote en Harry Potter. La presencia de aquél no se da por medio de citas textuales, sino de lo que Quintana Docio denomina alusiones no marcadas.3 Esto significa que la forma en que la autora reconstruye al personaje es a través de pequeños guiños, que casi parecieran inconexos, y que, como si fuese un rompecabezas, el lector debe armar para poder reconocer el texto que está detrás de la prosopografía de sir Cadogan. Ahora bien, la variedad de las referencias y la semejanza descarta, de entrada, que el parecido literario con don Quijote sea producto de la casualidad.


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