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¿Puede haber vida inteligente
en la superficie de una estrella de neutrones? ¿Podemos
llegar a estrellas que distan varios años
luz de nuestro sistema solar? ¿Existe el
monopolo magnético? ¿Es posible enviar
un mensaje al pasado modulando un haz de taquiones?
¿Puede desarrollarse una inteligencia artificial
con la personalidad de Sigmund Freud o de Albert
Einstein?
Por lo que hoy sabemos, todas estas preguntas tienen
la misma respuesta: un categórico no. Pero
el hecho de que la ciencia nos niegue estas posibilidades
no impide que sea factible especular sobre ellas
u otras parecidas. Ésta es una de las principales
funciones y atractivos de la ciencia ficción
que, entre otros, tiene por objeto especular con
amenidad sobre "la
respuesta humana a los cambios en el nivel de la
ciencia y de la tecnología"
según opinaba Isaac Asimov.
La
ciencia ficción empezó a hacerse popular
en los años cuarenta y cincuenta del siglo
XX precisamente con autores, hoy ya clásicos,
que disponían de unos sólidos conocimientos
científicos: Isaac Asimov era doctor en química
y fue profesor universitario, Arthur C. Clarke ha
sido uno de los pioneros en los estudios de astronáutica
y fue el primero en proponer el uso de satélites
geoestacionarios como nudos de comunicaciones, Robert
A. Heinlein fue ingeniero naval, etc. La lista podría
ser mucho más larga y puede incluir a nombres
que unen en una sola persona las capacidades del
científico, del divulgador y del novelista
de ciencia ficción, como ocurre con los ya
citados Asimov y Clarke, o con Carl Sagan, Gregory
Benford y un largo etcétera.
En
realidad, hay muchos autores de ciencia ficción
que disponen de sólidos conocimientos científicos
que utilizan ampliamente en sus narraciones. Se
trata de especialistas como Gregory Benford, David
Brin, Robert L. Forward, Vernor Vinge, o Charles
Sheffield y tantos otros que justifican con su saber
la seriedad del carácter especulativo de
esta variante (llamada habitualmente "hard")
de la ciencia ficción centrada en la ciencia
y la tecnología. Amenidad en sus aventuras
e inteligencia en sus especulaciones, garantizan
el interés de la ciencia ficción como
el género narrativo más característico
de los desarrollados en el siglo XX, y el que más
ha hecho por acercarnos a algunos de los futuros
que nos esperan.
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