
Fig.1

Fig.2

Fig.3
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Resumen
La
degradación de los ecosistemas acuáticos
en algunos países industrializados ha llevado
a la definición de las normas de calidad del
agua de nueva generación. Éstas incluyen
componentes biológicos entre los cuales están
los peces y que son considerados como herramientas para
monitorear, caracterizar y definir la calidad del agua
en ríos y lagos. Este trabajo presenta brevemente
las aplicaciones de los peces como indicadores del uso
sostenible del agua en cuencas hidrológicas.
En primer lugar se da un marco conceptual a manera de
introducción. En segundo lugar se describen los
índices de diversidad
(que miden la abundancia y biodiversidad en un sitio),
la riqueza específica
(es decir, el número de especies presentes),
los grupos taxonómicos
(que pueden ser especies, géneros, familias u
órdenes) y los índices
multi-métricos (que miden por medio
de múltiples variables la condición ecológica)
como aplicaciones, así como sus ventajas y desventajas.
En tercer lugar se sintetizan las principales consideraciones
prácticas para establecer programas efectivos
de monitoreo, entre las que destacan los muestreos piloto,
los sitios de referencia, la escala de estudio y la
heterogeneidad del paisaje. Finalmente se identifican
los retos y perspectivas de la utilización de
los peces como indicadores en México.
La
sociedad se beneficia ampliamente de los servicios ofrecidos
por ríos y lagos en una cuenca hidrológica
y por consiguiente tiene una influencia directa o indirecta
sobre ellos y su biota o fauna acuática (Figura
1). El uso del agua implica numerosas modificaciones
a la morfología de los ríos, tales como
la construcción de presas hidroeléctricas
y de canales para riego. En cuanto al uso del suelo
en las cuencas, las principales fuentes de contaminación
puntual y difusa son la agricultura, la industria y
la urbanización (Allan et al. 1997, Harding et
al. 1998, Wang et al. 2001). Los ecosistemas acuáticos
son también perturbados por la sobre-explotación
pesquera, tanto comercial como deportiva (Arlinghaus
et al. 2002) y por la introducción de especies
exóticas (Ross 1991).
Esta
presión ejercida sobre los cuerpos de agua ha resultado
en un detrimento de la calidad ambiental. Éste
es un concepto reciente en gestión de recursos
acuáticos. En países industrializados, la
conciencia pública sobre la importancia de restaurar
los ecosistemas acuáticos ha crecido sobretodo
en los últimos años (Bohn y Kershner 2002).
De esta manera, Walmsley (2002) considera que es cada
vez más evidente que la prosperidad de una sociedad
está ligada directamente a su capacidad de utilizar,
proteger e incluso restaurar sus recursos hídricos
y acuáticos. En otras palabras, es la capacidad
de alcanzar un desarrollo sustentable del uso del agua.
El concepto de desarrollo sustentable puede ser definido
bajo dos modalidades: la “sustentabilidad
fuerte” y la “débil”
(Navrud 2001). La primera definición se refiere
al punto de vista más ecológico, por el
cual los recursos naturales como los ecosistemas y la
biodiversidad, representan un capital natural que debe
ser preservado para las generaciones futuras. Éste
se puede medir en base a indicadores físicos como
la biodiversidad, la salud ecológica o la integridad
biótica (Smith 1996, Rapport et al. 1999). En contraste,
la definición de sustentabilidad débil concibe
que el desarrollo tecnológico podrá eventualmente
prescindir de la mayoría de los recursos naturales
en el futuro.
Algunos
elementos básicos de la sustentabilidad fuerte
son la calidad ambiental, la salud
ecológica y la integridad biótica.
Los tres son conceptos muy relacionados entre sí
y pueden considerarse como un continuo de influencia humana.
La calidad ambiental está representada por una
gama de posibilidadesdonde un extremo correspondería
a un ecosistema completamente degradado, lo que significa
una baja calidad ambiental, un ecosistema “muy enfermo”
o con poca integridad biótica. En cambio, en el
otro extremo, donde no hay todavía influencia humana
de ningún tipo, encontraríamos una alta
calidad ecológica, con ecosistemas “gozando
de perfecta salud ecológica” o lo que es
lo mismo, con integridad biótica total. Entre un
extremo y el otro podemos distinguir un cierto grado de
calidad ambiental, de salud ecológica o de integridad
biótica. Este mismo nivel también distingue
la situación sustentable de la no sustentable y
estaría dado por un umbral previamente señalado
por medio de indicadores ecológicos. Estos conceptos
se refieren, por lo tanto, al grado de perturbación
y potencial de conservación o restauración
de un ecosistema sometido a presiones humanas y son mostrados
en la Figura 2 a manera de marco conceptual. De hecho,
estos conceptos tienen un valor para la sociedad sólo
cuando son percibidos como útiles o necesarios
(Power 1999, Rapport et al. 1999). En efecto, al momento
que los ecosistemas prístinos
(es decir, sin influencia humana alguna, extremo izquierdo
de la Figura 2) se vuelven más escasos, éstos
son más apreciados por la sociedad. Por ello, la
percepción de la calidad ambiental es esencial
para poner en práctica políticas exitosas
de gestión y conservación del agua. Esto
se puede lograr por medio de indicadores ecológicos
fácilmente asimilables por el público en
general y por las autoridades (Schiller et al. 2001).
Teniendo
en cuenta el enfoque de sustentabilidad fuerte arriba
definido, el presente trabajo tiene los objetivos de:
(i) resumir los índices más frecuentemente
empleados en los cuales se utilizan las comunidades de
peces como indicadores del uso sustentable en las cuencas
hidrológicas; y (ii) señalar los principios
básicos que se deben tomar en cuenta para un monitoreo
efectivo.
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que
miden la abundancia y biodiversidad en un sitio |
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es
decir, el número de especies presentes |
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que
pueden ser especies, géneros, familias u
órdenes |
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que
miden por medio de múltiples variables la
condición ecológica |
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La
primera definición se refiere al punto de
vista más ecológico, por el cual los
recursos naturales como los ecosistemas y la biodiversidad,
representan un capital natural que debe ser preservado
para las generaciones futuras. Éste se puede
medir en base a indicadores físicos como
la biodiversidad, la salud ecológica o la
integridad biótica (Smith 1996, Rapport et
al. 1999). En contraste, la definición de
sustentabilidad débil concibe que el desarrollo
tecnológico podrá eventualmente prescindir
de la mayoría de los recursos naturales en
el futuro. |
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Los
tres son conceptos muy relacionados entre sí
y pueden considerarse como un continuo de influencia
humana. La calidad ambiental está representada
por una gama de posibilidades donde un extremo correspondería
a un ecosistema completamente degradado, lo que
significa una baja calidad ambiental, un ecosistema
“muy enfermo” o con poca integridad
biótica |
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Es
decir, sin influencia humana alguna, extremo izquierdo
de la Figura 2 |
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