Del
lado del impresor
La
imprenta aporta todos estos refinamientos de la tecnología,
pero introduce el punto de vista industrial, o sea
el de la producción; y estas capacidades de
flexibilidad del texto que los copistas habían
ido utilizado y que luego las herramientas tecnológicas
textuales iban poniendo a punto, se pasan del lado
del propietario de la imprenta.
La
imprenta de Gutemberg es la imprenta de los
tipos móviles y desde finales del siglo XV,
empieza a crear una producción muy grande,
donde un taller muy bueno de la centuria XVI podía
alcanzar las 1,250 páginas al día.
La
fluidez del texto en la imprenta está del lado
del impresor. Las ediciones de la primera imprenta
son ediciones muy móviles; un aspecto revolucionario
de los tipos móviles es que una letra usada
en la composición de un libro se podía
reusar para otro. Como el plomo era caro, lo más
normal cuando se está imprimiendo, si venía
otra impresión que urgía, era deshacer
todo el texto y rehacerlo otra vez, lo cual dio lugar
a incontables problemas de fijación del texto
de las primeras ediciones.
Del
lado del artefacto
El
siglo XIX ve dos grandes inventos relacionados con
el texto. El primero es el fonógrafo de Edison,
el cual “escribía” como un punzón
que vibraba sobre un disco de cera. ¿Era una
auténtica escritura? La pregunta tenía
implicaciones de Copyright, por ejemplo;
Edison la resolvió observando en el
microscopio diversas grabaciones de un mismo sonido;
como la letra a: eran diferentes, con lo que podía
concluir que la grabación no era una escritura.
Otro
de los inventos es la máquina de escribir,
que contenía en su interior los mismos tipos
de Gutemberg, pero con la punta de las teclas
bastaba irla apretando para hacer una especie de impresión,
pero de manera particular. Fue Mark Twain
el primer escritor que presentó un original
a una editorial en máquina de escribir.