Revista Digital Universitaria
10 de abril de 2006 Vol.7, No.4 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 

 

 

Encarnizamiento terapéutico

Esta visión consumista ha producido el denominado encarnizamiento terapéutico; aquellas medidas desproporcionadas e inútiles frente al estado real de la enfermedad. Un ejemplo son las cirugías radicales, o las quimioterapias injustificadas, cuando la evolución de la enfermedad oncológica permite suponer con una certeza razonable que dichos tratamientos no modificarán en lo absoluto el curso de la enfermedad, pero si agregarán síntomas adicionales producto de las intervenciones terapéuticas, falsas expectativas y gastos financieros elevados, con mucha frecuencia catastróficos. Otro ejemplo son las maniobras de reanimación cardio-pulmonar y el soporte vital avanzado de los enfermos con cáncer en etapa terminal, ya que estos abordajes, solo prolongarán la agonía del enfermo y producen dilemas éticos que desgastan profundamente al personal de salud y a la familia del paciente.

En los últimos tiempos, se tiende a reconocer que, a pesar nuestro, la medicina y sus herramientas son falibles y moriremos irremediablemente, por lo que cuando esta verdad se acepta, la esperanza puede orientarse a lograr la mejor calidad de vida posible, enfocándose el abordaje médico en el control de síntomas, especialmente en el alivio del dolor.

Es necesario considerar las necesidades del paciente en diferentes ámbitos:8

•  Aspectos orgánicos (aspectos médicos).

•  Emocionales (aspectos psicológicos).

•  Familiares y laborales (sociales).

•  Existenciales (espirituales- metafísicos).

•  Bienestar y calidad de vida.

Estos aspectos deben ser evaluados durante la visita preanéstesica, y son áreas de interés para el anestesiólogo, aquellas que tienen que ver con el conocimiento del paciente sobre la enfermedad y sobre lo que puede esperar del tratamiento. Es decir: el “consentimiento informado” que en resumen significa que el paciente entiende la fase de la enfermedad por la que está atravesando y cuáles son los riesgos y beneficios de las intervenciones médicas que se realizarán en su persona y las consecuencias probables. Es de especial importancia clarificar esta información para el paciente y su familia, en aquellas cirugías mutilantes o de alto riesgo, para evitar a toda costa su realización, cuando el paciente tenga dudas consistentes sobre el beneficio de la cirugía, o cuando la rechace totalmente.

No es ética ni jurídicamente aceptable el que el médico tratante o un familiar cercano autoricen dichos procedimientos, cuando no se ha demostrado la incapacidad física o mental del paciente para tomar sus propias decisiones, y cuando se presentan estas irregularidades se atenta contra el derecho de autonomía del paciente, de aceptar o rechazar cualquier intervención y asumir las consecuencias de esta decisión. Es evidente que el consentimiento informado debe proveer al paciente de la información pertinente en un lenguaje claro, no técnico, porque solemos explicarle los procedimientos y técnicas con el lenguaje médico que nos es familiar, sin embargo, este suele ser bastante oscuro para los pacientes, y es necesario “traducirlo”, en ocasiones describiendo los procedimientos y evitando la coacción, toda vez que el que se beneficia o se perjudica de las intervenciones es el propio enfermo. No solamente el aspecto ético es relevante, es frecuente en esta época el enfrentar demandas de carácter legal, dado que con frecuencia se ignora la necesidad de emitir documentos probatorios que den fe del consentimiento informado.

 

 

 
   

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