31 de enero de 2004, Vol. 5, No. 1 ISSN: 1607-6079
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  Gabriel Ascencio Franco gafranco@servidor.unam.mx
 
 

Los historiadores de Chiapas están de acuerdo en que los recursos a controlar, desde la Colonia, fueron la tierra y la mano de obra, además de los puestos altos del gobierno. Pero quién quiere controlar tales recursos: “la familia chiapaneca”, responden algunos estudios de los años setenta y ochenta, y la conciben como una oligarquía, como un grupo de familias emparentadas entre sí, aunque con ciertas diferencias faccionales. Sin embargo, los terratenientes de Chiapas son parte de una clasificación heterogénea, acompañada por el surgimiento de nuevos agentes económicos: estudios recientes muestran el ascenso de un sector de agricultores y comerciantes organizados en nuevas asociaciones, a la par, del debilitamiento de los ganaderos y la influencia de sus asociaciones ganaderas y de pequeños propietarios.

En Comitán, los comerciantes y funcionarios urbanos forman, ahora, el grupo dominante en su región, tienen mejor relación con el Estado que los propios ganaderos tradicionales, y sus intereses, resultan más cercanos al proyecto del gobierno federal (Escalante 1995:30).

En Ocosingo, al menos en los primeros años noventa, un grupo de empresarios jóvenes disputaba el poder a los ganaderos tradicionales. Dicho grupo estaba compuesto por universitarios, muchos de ellos formados fuera de Chiapas, quienes regresaron a retomar las actividades de sus padres, o bien, con su trabajo profesional, pudieron comprar pequeñas propiedades e invertir en granjas de mejoramiento genético y cultivos agroforestales en combinación con pastoreo.

En San Cristóbal de Las Casas, hacia mitad del siglo XX los herederos de finqueros y comerciantes, afectados por la revolución mexicana, y el cardenismo, principalmente, emigraron al perder fortuna y abolengo. Con el turismo, a partir de los setenta se diversificaron las actividades y surgieron nuevos empresarios a partir de los pequeños comerciantes que habían permanecido en la ciudad, restringidos prácticamente al intercambio de productos locales (Sánchez 1995:74).

En Simojovel, desaparecen las fincas frente a la ejidalización, se advierte un panorama de campesinos libres, pequeños productores frente a comerciantes intermediarios ex finqueros y asociaciones para la incursión en el mercado solidario (Toledo 2002).

En Túmbala desaparecen las fincas cafetaleras en manos de alemanes y emergen junto al ejido hoy dominante, los propietarios mestizos que fueron atraídos por las actividades comerciales, administrativas y ganaderas en la época de las fincas (Alejos 1999).