10 de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079
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Auschwitz es el pasado, el presente y el futuro de la humanidad...

Entre Mayer y Améry

Entre Mayer y Améry, el autor de Más allá de la culpa y la expiación, se sostendrá en el vértigo del vacío, casi como sobre una cuerda floja que le impedirá tomar aire después de la pesadilla y encontrarse de nuevo con aquel nombre ciertamente tatuado por la muerte pero vivo al fin y al cabo. Entre Mayer y Améry sobrevivirá finalmente el número del antebrazo, el único con el que el autor parece identificarse plenamente al grado de compararlo con la Biblia, “origen y espíritu” de toda una cultura. “Sobre mi antebrazo izquierdo, escribe, llevo tatuado mi número de Auschwitz, es de lectura más sucinta que el Pentateuco o el Talmud, y sin embargo, contiene una información más exhaustiva.”(Améry, 183) Pero al mismo tiempo en que Mayer se deshace a medias de su nombre, Améry también pierde su lengua, la palabra enmudece, como su propio nombre. “También había perdido sentido el nombre con que los amigos me habían llamado toda la vida con una inflexión dialectal ... Y también se habían desvanecido los amigos con quienes hablaba en mi dialecto natal ... Me había convertido en un ser humano que ya no podía decir “nosotros” y que por tanto decía “yo” sólo por costumbre.” (Améry, 113) Esta última cita, de resonancias beckettianas, nos habla ya de una desubjetivación, de una pérdida del lugar simbólico que ocupa el yo, casi como en el Innombrable de Beckett quien no deja de decir yo para no desaparecer, para no diluirse en el silencio de la nada. El cambio de nombre sella en Améry una ambigua voluntad de no reconciliación posible con su antecesor; Améry se verá, de principio, exiliado de su nombre y en ruptura permanente con su experiencia en los campos y exiliarse de su nombre es ya exiliarse por principio de sí mismo. Améry recibirá de Hans Mayer el dolor, la falta de dignidad y la desesperanza, pero desde su nuevo horizonte nominal no será capaz de ponerle un punto final a esta odisea del resentimiento, sino todo lo contrario; en Améry encontraremos lo que en Mayer fue abandonado, su lucha será una lucha a muerte en contra de la violencia y la tortura; transformar metamorfoseando el nombre no fue un acto suficiente para deshacerse de toda una historia brutal y magnicida.

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Volver a Auschwitz es el pasado, el presente y el futuro de la humanidad...