10 de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079
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A continuación, haciendo un repaso de los objetos que se han presentado a mis sentidos, me atrevo a decir que no he percibido ninguna cosa que no pudiese explicar muy fácilmente a través de los principios que he encontrado. Pero es también necesario que afirme que el poder de la naturaleza es tan amplio y tan vasto y que estos principios son tan simples y tan generales, que no percibo casi ningún efecto particular que no conozca de antemano que puede ser deducido de muy diversas formas y mi mayor dificultad es comúnmente saber de cuál de estas formas depende (22).

La experiencia permite elucidar, en el camino que va de los efectos a las causas, para los fenómenos particulares, cuál es la cadena causal adecuada. Alquié propone que en este pasaje Descartes se acerca a lo que Bacon llamó la experiencia crucial. Me parece que esa opinión se ve reforzada por el hecho de que el pasaje no sólo señala a la experiencia como una vía de acceso al conocimiento de fenómenos particulares, sino que se la toma como el criterio para decidir sobre teorías alternativas. Descartes no se extiende demasiado sobre esta cuestión, sin embargo, plantea con toda claridad la estrategia metodológica para el conocimiento del mundo natural haciendo un particular énfasis en la experiencia:

Primeramente he tratado de encontrar, en general, los principios o primeras causas de todo lo que es, o puede ser en el mundo, sin considerar nada más para tal efecto, que a Dios que lo ha creado, ni extraerlas de otra parte sino de ciertas simientes de verdad, que están en nuestra alma de manera natural. Después de esto he examinado cuáles eran los primeros y más ordenados efectos que se pudieran deducir de éstas causas y me parece que de este modo encontré los cielos, los astros, una tierra, el aire, el agua, el fuego, los minerales y algunas otras cosas semejantes, que son las más comunes de todas y las más simples y, en consecuencia, las más fáciles de conocer. Después, en tanto he querido descender a los efectos que eran más particulares, se me presentaron tantos diversos que no creí que fuera posible al espíritu humano, distinguir las formas o especies de cuerpos que hay sobre la tierra, de una infinidad de otras que podrían ser, si hubiese sido la voluntad de Dios el ponerlas aquí, ni en consecuencia de aprovecharlas para nuestro uso, si no estableciéramos antes las causas por los efectos y nos sirviéramos de muchas experiencias particulares (23).

En suma, por lo que hace al conocimiento de la naturaleza hay, según Descartes, dos formas de proceder:

  1. De las causas a los efectos, por inferencias deductivas, para las cuales se señalan en las Reglas todas las prescripciones que, de manera general, preservan la propiedad de la verdad en la cadena deductiva.
  2. De los efectos a las causas, cuando, sobre la base de la experiencia, transitamos primero de los fenómenos particulares a las causas generales restringidas y después, eligiendo entre posibles vías deductivas alternativas, vamos hasta las primeras causas.

Hay que subrayar que estos caminos no pueden separarse pues en Descartes son complementarios. En efecto, él no admitiría un camino de inducción empírica que fuera contra los principios establecidos independientemente de la experiencia; sin embargo, también es cierto que el conocimiento que se obtiene por la experiencia no es meramente ejemplo o confirmación de la teoría que se establece deductivamente. La ejemplificación o instancicación de las leyes generales en los casos particulares no es un ejercicio mecánico. En consecuencia la física de Descartes no es puramente un cuerpo deductivo de verdades sino que cubre cuestiones particulares que se pueden simplificar y ordenar hasta lograr conectar sus causas próximas con las más remotas y generales que les sirven de apoyo. Lo importante es que no podemos acercarnos al fenómeno particular por vía deductiva, la única forma de llegar a ellos es la vía empírica.

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