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A
continuación, haciendo un repaso de los objetos que se han presentado
a mis sentidos, me atrevo a decir que no he percibido ninguna cosa que
no pudiese explicar muy fácilmente a través de los principios
que he encontrado. Pero es también necesario que afirme que el
poder de la naturaleza es tan amplio y tan vasto y que estos principios
son tan simples y tan generales, que no percibo casi ningún efecto
particular que no conozca de antemano que puede ser deducido de muy
diversas formas y mi mayor dificultad es comúnmente saber de
cuál de estas formas depende
(22).
La
experiencia permite elucidar, en el camino que va de los efectos a las
causas, para los fenómenos particulares, cuál es la cadena
causal adecuada. Alquié propone que en este pasaje Descartes se
acerca a lo que Bacon llamó la experiencia crucial. Me parece que
esa opinión se ve reforzada por el hecho de que el pasaje no sólo
señala a la experiencia como una vía de acceso al conocimiento
de fenómenos particulares, sino que se la toma como el criterio
para decidir sobre teorías alternativas. Descartes no se extiende
demasiado sobre esta cuestión, sin embargo, plantea con toda claridad
la estrategia metodológica para el conocimiento del mundo natural
haciendo un particular énfasis en la experiencia:
Primeramente
he tratado de encontrar, en general, los principios o primeras causas
de todo lo que es, o puede ser en el mundo, sin considerar nada más
para tal efecto, que a Dios que lo ha creado, ni extraerlas de otra
parte sino de ciertas simientes de verdad, que están en nuestra
alma de manera natural. Después de esto he examinado cuáles
eran los primeros y más ordenados efectos que se pudieran deducir
de éstas causas y me parece que de este modo encontré
los cielos, los astros, una tierra, el aire, el agua, el fuego, los
minerales y algunas otras cosas semejantes, que son las más comunes
de todas y las más simples y, en consecuencia, las más
fáciles de conocer. Después, en tanto he querido descender
a los efectos que eran más particulares, se me presentaron tantos
diversos que no creí que fuera posible al espíritu humano,
distinguir las formas o especies de cuerpos que hay sobre la tierra,
de una infinidad de otras que podrían ser, si hubiese sido la
voluntad de Dios el ponerlas aquí, ni en consecuencia de aprovecharlas
para nuestro uso, si no estableciéramos antes las causas por
los efectos y nos sirviéramos de muchas experiencias particulares
(23).
En
suma, por lo que hace al conocimiento de la naturaleza hay, según
Descartes, dos formas de proceder:
-
De las causas a los efectos, por inferencias deductivas, para las
cuales se señalan en las Reglas todas las prescripciones
que, de manera general, preservan la propiedad de la verdad en la
cadena deductiva.
-
De los efectos a las causas, cuando, sobre la base de la experiencia,
transitamos primero de los fenómenos particulares a las causas
generales restringidas y después, eligiendo entre posibles
vías deductivas alternativas, vamos hasta las primeras causas.
Hay
que subrayar que estos caminos no pueden separarse pues en Descartes son
complementarios. En efecto, él no admitiría un camino de
inducción empírica que fuera contra los principios establecidos
independientemente de la experiencia; sin embargo, también es cierto
que el conocimiento que se obtiene por la experiencia no es meramente
ejemplo o confirmación de la teoría que se establece deductivamente.
La ejemplificación o instancicación de las leyes generales
en los casos particulares no es un ejercicio mecánico. En consecuencia
la física de Descartes no es puramente un cuerpo deductivo de verdades
sino que cubre cuestiones particulares que se pueden simplificar y ordenar
hasta lograr conectar sus causas próximas con las más remotas
y generales que les sirven de apoyo. Lo importante es que no podemos acercarnos
al fenómeno particular por vía deductiva, la única
forma de llegar a ellos es la vía empírica.
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