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La
nada es el fundamento de la decisión
Sergio Givone1
Restauración
emergente
De
pronto aparecen estas nuevas entelequias,
estos bastimentos en el vacío
que no sólo emplean un espacio
y unas normas poco definidas sino que
además descomponen toda apariencia
de sentido líneal. El net.art
se origina en la negación del
objeto de arte tradicional que es presencia
en un contexto centralizado, del mismo
modo en el que las Vanguardias insistían
en un abandono de la participación
del artista como creador de obras puntales
del Estado. La pieza de arte entendida
como entidad indivisible presentaba
y presenta aún ahora, como herencia
de una postura romántica sobre
las prácticas artísticas
al creador como parte fundamental de
un acto ilustrativo de la existencia.
Éste consistía en demostrar
un punto de vista definido, una idea
de individuo modal, representante de
la filiación como necesidad del
espíritu y como apología
de una toma de posición. Por
ello, frente a esta postura, el net.art
encarna de nuevo la desaparición
del objeto de arte que niega con ello
su genealogía, misma que los
dadaístas, en voz de Richard
Huelsenbeck, formalizaban ya a principios
del siglo XX: Dadá no significa
nada; queremos cambiar el mundo con
nada.2
Sin
embargo, a pesar de que la idea de modernidad
alteró los propósitos
del pensamiento desde el siglo XIX,
presentando un frente alterno al de
la tradición clasicista, la velocidad
tecnológica contemporánea
muestra un desborde de sentido que trasciende
al objeto y las definiciones que se
hacen de él en un tiempo determinado.
La evolución de las ideas acerca
de las cosas y los sucesos no se da
ya por ignorancia y paulatina dilucidación
de su existencia, como era el caso en
una estratificación del pensamiento
en la sociedad moderna, sino por sobreabundancia
de sentido. En épocas de diletantismo
postmoderno todos definen y, a la vez,
nadie tiene la última palabra.
Como apunta el filósofo argentino
Alejandro Piscitelli3
: El dualismo de la epistemología
y la ontología se desvanece en
el monismo radical de la tecnología.
Es decir: todo puede estar incluido
en una suma que de la multidisciplina
conciliadora paso, de manera esencial,
a la trandisciplina. En el dualismo
había cierta claridad, por lo
menos con respecto a la pregunta filosófica
crucial: el esclarecimiento de las diferencias
entre los entes y el ser de las cosas.
Pero en un lugar en el que no sólo
el sentido de las cosas muta constantemente,
sino también las cosas en sí
mismas, ¿sobre qué preguntar?
¿No es justamente la nada una
condición que acompaña
todo lo que nos circunda? Para concebirlo
basta la interrogación sobre
si todo objeto no existe sino en la
medida de la interpretación cultural
que se posee de él y, por ende,
virtual; puro deseo latente. Si el universo
no puede ser concebido como Historia,
ni como existencia nodal, ¿sobre
qué cosa colocar el índice
para conseguir un significado que fije
el objeto a definir y su sustancia posible?
Si
esta indeterminación ha conseguido
confundirnos lo suficiente como para
alimentar los terre-nos de la incredulidad,
cualquier tipo de acción parece
vana a ojos de un ser que debe fijar
en la apariencia la estrategia para
construir una identidad de sí
mismo y del espacio a habitar. Por tanto,
la crisis del arte que Walter Benjamín
aún salvaba con la idea del aura
del original frente a las reproducciones
técnicas de la obra de arte aura:
la manifestación irrepetible
de una lejanía (por cercana que
pueda estar)4
, ha quedado rebasada por la desaparición
del original. No hay origen ni autor
que firme esa falta, la identidad del
creador se mezcla con la del usuario
y las dimensiones de la obra son tan
volubles como sus repercusiones en la
manera de concebir un espacio indefinido,
según la cantidad de veces que
sea visitado. Si nuestra historia del
arte estaba construida sobre bases distintas
la idea del destino, la supremacía
del artista más hábil,
el suceso como entidad indicativa–
en la actualidad todo parece a la mano
en el sentido de Benjamín; cercanía
como reproducción y, sin embargo,
cargado de un sentido que raya en el
paroxismo.
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