Revista Digital Universitaria
10 de octubre de 2005 Vol.6, No.10 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

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El net.art es inseparable de esta evolución en las nociones de la esfera de lo real. Por ello, la discusión de si éste mantendrá el sentido que sus primeros exponentes, como Mark América o Vuk Kosic, intentaban definir, sigue siendo legítima, más aún cuando los nuevos exponentes han replanteado la crítica sobre la Red llevándola al plano de su relación con el mercado. Si es cierto que no bastaba con enfatizar la multipolaridad que un fenómeno como Internet podía brindar frente a la idea de lo lineal, pronto se cayó en la cuenta de que además, como ya lo habían advertido Gilles Deleuze y Felix Guattari5 al hablar de la reterritorialización del rizoma, esa conciencia no impedía que, en efecto, el juego del arte vuelva a capitalizar la idea de cualquier disidencia en nombre, ahora, de la diversidad y la inclusión. Los artistas del net.art “más representativos” comienzan a paladear los beneficios de pertenecer al mainstream, se realizan muestras y se habla de nuevo de cánones técnicos como si se le estuviera explicando a un conglomerado de turistas las técnicas más características de los Prerrafaelitas.

Quizá de las mejores definiciones que encuentro sobre este nuevo momento está en el AntiEdipo de Deleuze y Guattari6 :

El Estado era primero esta unidad abstracta que integraba subconjuntos, que funcionaba separadamente; ahora está subordinado a un campo de fuerzas cuyos flujos coordina y cuyas relaciones autónomas de dominación y subordinación expresa. Ya no se contenta con sobrecodificar territorialidades mantenidas y enladrilladas, debe constituir, inventar, códigos para los flujos desterritorializados del dinero, de la mercancía y de la propiedad privada.


Nada más claro ni más cercano. Por eso el mismo Hakim Bey, uno de los ideólogos más radicales del pensamiento aparentemente libre de la Web, llevó a cabo una crítica de la misma bajo la sospecha de que “las aplicaciones revolucionarias de la Red no llegarían nunca”7 como él las había imaginado en tiempos de mayor flexibilidad electrónica. Según sus ideas anteriores, nuevas comunidades se formarían ahí, próximas a la noción de independencia, de nomadismo psíquico y de la disposición para la fiesta como medio que recuperara el gozo de la existencia, robado por una directriz postecnológica que asocia responsabilidad ciudadana con marketing global. Se podía jugar a la desaparición, a la improvisación, a la ruptura de fronteras copyright, al llamado Inmediatismo; la difusión de ideas a través de todos los medios posibles, acerca de la irracionalidad y el juego.

Pero qué es esa zona que Bey pretendía autónoma y cuál es la disposición que deberían tener sus usuarios para moverse en terrenos tan ambiguos para convertirlos en emancipados. Si existe una nueva ética con respecto al tipo de posturas que son ideales para propiciar un espacio comunitario, se trata en realidad de la construcción de sentido un no lugar que cambia todos los días no ya gracias a un aparato rector, sino con respecto al uso que millones de usuarios en el mundo le dan todos los días. Si el net.art representa un cambio radical en las maneras de concebir la relación público artista o si, por el contrario, solo será un hito más en la historia del arte, se trata de un tema aún no resuelto. Dependerá, por supuesto, de los nuevos territorios que se configuren en internet en los próximos años y de la disposición para redefinir ese espacio y las prácticas artísticas que en él se llevarán a cabo.

 

 

 

 

 

 

 
   

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