|
Entre
la etología y el psicoanálisis
El
desarrollo de la Teoría del Apego1
y el concepto de vínculo están
estrechamente unidos a la figura del psicoanalista
británico John Bowlby ( 1907-1990).
El doctor Bowlby trabajaba en el Departamento
Infantil de la Clínica Tavistock en
Londres, cuando en 1948 la Organización
Mundial de la Salud (WHO) le encomendó
la tarea de investigar las necesidades de
los niños sin hogar, huérfanos
y separados de sus familias, producto de la
Segunda Guerra Mundial. Tras su estudio, Bowlby
enfatizó que la formación de
una relación cálida entre niño
y madre es crucial para la supervivencia y
desarrollo saludable del menor, tanto como
lo es la provisión de comida, cuidado
infantil, la estimulación y la disciplina
( Department of Child and Adolescent Health
and Development, 2004). Así, el amor
materno en la infancia es tan crucial para
la salud mental como lo son las vitaminas
y las proteínas en la salud física
(Sayers, 2002). Figura
1
Esta
teoría no sólo se basó
en la observación clínica de
niños institucionalizados, sino que
también se nutrió de importantes
hallazgos provenientes de la etología,
entre ellos, los estudios con primates no
humanos y los del aprendizaje programado (Bowlby,
1976).
Uno
de los centros de mayor desarrollo de investigación
sobre interacción social en primates
no humanos (monos rhesus) fue la
Universidad de Wisconsin. En ella, Harry Frederik
Harlow (1905-1981) generó diversas
estrategias de investigación en las
que fue posible observar que los pequeños
primates en situaciones de separación
parcial y total de su madre, emitían
gritos agudos, intentaban reunirse con ella
y corrían de manera desorientada por
la jaula, mientras que sus madres aullaban
y amenazaban al experimentador. A su vez,
los pequeños primates mostraron poco
interés por jugar e interactuar con
otros primates en situación similar
mientras estaban separados de su madre. Al
reencontrarse con su madre, establecían
un fuerte contacto con ella y se aferraban
a su figura más intensamente que antes
de la separación (Bowlby, 1976). En
otras investigaciones en las que se aplicaba
durante tres meses un aislamiento social total
a los primates, se pudo observar los devastadores
efectos del procedimiento: retraimiento extremo,
síntomas de depresión, incluso,
uno de ellos murió probablemente de
inanición al rechazar la comida de
su jaula (Griffin, 1966).
En
cuanto al aprendizaje programado o impronta
(imprinting), éste se vincula
al trabajo del etólogo austriaco Konr
ad Zacharias Lorenz (1903-1989). Lorenz descubrió
que patos y gansos, inmediatamente después
de su salida del cascarón, siguen a
cualquier objeto en movimiento tal como si
fuera su madre, siempre que dicho objeto sea
el primero que observan y que no hayan pasado
más de 30 horas después de nacer.
Este comportamiento es una herramienta de
supervivencia de vital ayuda para lograr eficientemente
pasar a la madurez (Raju, 1999).
Bowlby,
integrando la observación clínica
de niños institucionalizados junto
con los hallazgos etológicos, pudo
llegar a articular la Teoría del Apego,
utilizando el psicoanálisis como marco
de referencia, aunque el mismo Bowlby (1976)
reconoce que en muchos aspectos esta teoría
difiere de las teorías clásicas
de Freud. Así, los fuertes puntales
psicoanalíticos de la Teoría
del Apego fueron frecuentemente pasados por
alto hasta principios de los años ochenta
(Bretherton, 1990), ya que históricamente
se desarrolló fuera de la tradición
psicoanalítica y se ha basado en conceptos
de la teoría de la evolución,
de la etología, de la teoría
del control y de la psicología cognitiva
(Bowlby, 1988).
Sin
embargo, en las últimas décadas
las fuertes relaciones conceptuales de Bowlby
con la Escuela Británica de Relaciones
Objetales (específicamente Fairbairn
y Winnicott) y con la teoría de Sullivan
de la psiquiatría interpersonal, se
han hecho cada vez más evidentes. La
Teoría del Apego difiere de otras teorías
psicoanalíticas de relaciones interpersonales
por el mayor énfasis en la salud mental
(por oposición a la patología),
en las experiencias reales con los cuidadores
(por oposición a imaginadas), y en
resultados de la psicología académica
(Wilson, 1996).
A
pesar de estas diferencias, hay varias similitudes
(Bretherton, 1990) en particular a partir
del uso del concepto de “modelo de trabajo
interno” por parte de Bowlby, lo que sitúa
a la Teoría del Apego como una teoría
de las representaciones internas (Wilson,
1996). Bowlby (1976, 1983, 1986, 1988) propuso
que los patrones de interacción con
los padres son la matriz desde la cual los
infantes humanos construyen “modelos de trabajo
internos” del sí mismo y de los otros
en las relaciones vinculares. La función
de dichos modelos es interpretar y anticipar
el comportamiento del compañero, así
como planear y guiar el propio comportamiento
en la relación. El término “modelo
de trabajo interno” es originario del psicólogo
británico Craik, quien en 1943 sugiere
estructuras de representación dinámicas
desde las cuales un individuo podría
generar predicciones y extrapolarlas a situaciones
hipotéticas (Bretherton, 1990, 1999).
En
síntesis, tanto la Teoría del
Apego como la teoría psicoanalítica
contemporánea emergen de una tradición
de relaciones de afectivas que se representan
en el aparato mental, en la cual el desarrollo
psicológico se visualiza ocurriendo
en una matriz interpersonal (Blatt, 2003).
|
|