Revista Digital Universitaria
10 de noviembre de 2005 Vol.6, No.11 ISSN: 1607 - 6079
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“Es una persona muy preocupona, muy insegura, ha de ser timidez, se inquieta y se asusta de todo, es alguien muy nervioso, como débil de carácter, pero así ya es su forma de ser…”

Entre adjetivos calificativos y despectivos ha ido y venido tanta y tanta gente sobreviviendo y soportando su propia vida, aceptando como inevitable el temeroso destino que les tocó vivir, llenando sus decisiones de incertidumbre y creyendo que esto es común al resto y que por lo menos no son los únicos que sufren de ello.

Efectivamente, no son los únicos que padecen esta condición patológica, un trastorno o mejor dicho un grupo de trastornos que han logrado mermar la calidad de vida y el rendimiento de miles de personas las cuales comparten, la mayor parte de las veces calladamente, la desgracia de “ser nerviosos”.

¿Cómo atender entonces los problemas de estas personas si ni siquiera ellas mismas reconocen como una enfermedad su aparente forma de ser?

Este es el objetivo fundamental de este apartado de los trastornos de ansiedad, un mal de muchos que pocos reconocen que y que la mayoría compartimos.

¿Quién en su vida no ha experimentado un evento ansioso?
Molestas palpitaciones, un miedo irracional, ahogo, temblores y la desagradable sensación de perder el control de la situación. Claro, esto podría ser común cuando existiera previamente un motivo lo suficientemente importante como para justificarlo, algo que pusiera en peligro la integridad o inclusive la vida propia. Este tipo de respuestas ante una amenaza son esperadas y hasta funcionales, son un factor que determina nuestra supervivencia. Pero cuando ese motivo al que nos referimos no existe, y en lugar de supervivencia se torna en sobrevivencia sostenida ¿Cómo se justifica entonces tal respuesta? Sólo como una enfermedad, esto son los trastornos de ansiedad.

Los síndromes ansiosos como los depresivos, son las formas de psicopatología más frecuente en México. Estudios reportados para 1999 en población mexicana encontraron que el 14.8% presentaba algún trastorno de ansiedad.


 
 
   

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