Revista Digital Universitaria
10 de septiembre de 2005 Vol.6, No.9 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

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Para obtener esta especie de radiografía, de una construcción como la Pirámide del Sol, es necesario pensar en algún tipo de radiación lo suficientemente penetrante. Sin embargo, el uso de rayos X queda desechado, por ser rápidamente atenuados en unos cuantos centímetros. Esto resulta insignificante cuando es comparado con las dimensiones de la Pirámide del Sol que tiene una base cuadrada de 200 metros por lado, y más de 60 metros de altura. Una radiación más adecuada para este propósito resulta ser los llamados muones atmosféricos. Los muones son partículas cargadas eléctricamente, cuyas propiedades son similares a las de los electrones, excepto que son inestables (su vida media es de una millonésima de segundo), y 200 veces más masivos. Su símbolo es la letra µ del alfabeto griego.

Los muones de origen atmosférico son resultado de la interacción entre los denominados rayos cósmicos primarios (principalmente protones) con el gas que rodea nuestro planeta. Los rayos cósmicos primarios, a su vez, son partículas (principalmente protones) de muy alta energía cuyo origen se asocia a objetos astronómicos como son las supernovas. La figura 2 ilustra el proceso que ocurre en la atmósfera, donde se producen primero otras partículas denominadas piones (representadas por la letra griega p), cuya vida media es 100 veces más corta que la de los muones, y de cuyo decaimiento resultan (entre otras partículas) los famosos muones. Lo relevante aquí es que estos últimos resultan tener una energía que les da la penetrabilidad adecuada para nuestro estudio y, por ser partículas cargadas, su atenuación está relacionada con la cantidad de materia atravesada.

Los muones que llegan a la superficie terrestre son capaces de penetrarla hasta una profundidad de varios miles de metros. Cabe agregar que la superficie terrestre está bañada constantemente por muones, con un flujo aproximado de un muón por centímetro cuadrado por segundo, que es independiente de la hora y poco dependiente de la dirección a la que miremos. El utilizar muones para estudiar espesores geológicos es una idea originaria de E. P. George, que en 1955 la usó para medir el espesor de la nieve en las montañas de Australia al poner detectores en verano y medir la absorción en invierno. Desde entonces la técnica de atenuación de muones atmosféricos ha encontrado otras aplicaciones prácticas en minería y, más recientemente, en vulcanología.
 

Fig. 2. Un posible esquema de un chubasco de rayos cósmicos a partir de un protón p de origen cósmico. Los muones (en rojo) llegan a la superficie y la penetran al igual que los neutrinos (en líneas punteadas), los electrones e y los rayos gamma (en azul). Sin embargo, estos últimos se quedan en la superficie, mientras que los son capaces de atravesar todo el planeta sin interactuar, razón por la que no se pueden utilizar para aplicaciones arqueológicas.

Cabe agregar que en el presente proyecto se aprovechará la existencia de un túnel prehispánico que yace a 8 metros por debajo la Pirámide del Sol, llegando cerca de su eje de simetría. Al final de este túnel se colocará un detector que registrará los muones que atraviesen la pirámide indicando al mismo tiempo su dirección. Con esta información, mediante una computadora se reconstruirá lo que sería una "muongrafía" de ese monumento. En ella podremos detectar las heterogeneidades que pudiera haber adentro de la pirámide, correspondiendo a los arqueólogos estudiar su contenido e interpretar su significado.

 
 
 
   

 

 

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