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Urbanismo sostenible, urbanismo estacionario: Ideas para la transición

Fernando Gaja i Díaz
 
 

Introducción

Crisis y urbanismo

¿Se puede hablar de Urbanismo Sostenible inmersos en una grave crisis como la actual? No sólo se puede, se debe, porque la situación en que nos encontramos es apenas un anticipo de otra peor, en avanzado estado de gestación. La sociedad “global” se está enfrentando a problemas económicos y financieros (con el añadido de los inmobiliarios en algunas zonas), dificultades que están ocultando la más grave crisis todavía por llegar: la ecológica. Una encrucijada cuyas manifestaciones son ya perceptibles: deterioro del ecosistema planetario (cambio climático, extinción de especies, agujereamiento de la capa de ozono, pérdida de biodiversidad, desertificación,…), agotamiento de los recursos (crisis alimentaria, inminente quiebra de la cultura del petróleo,…), saturación de residuos, contaminación.

Desde hace más de tres décadas los científicos vienen avisando de que el ritmo de consumo de los recursos es insoportable, que el planeta no lo puede aguantar, y que su deterioro irreversible está asegurado (Cfr. Meadows et al. 1972, 1993 y 2006). Pero aterrorizados por la crisis financiera y económica planetaria (resultado en gran medida del reventón de la burbuja especulativa, no se olvide) la “salida” por la que se ha optado es la de impulsar la recuperación del ritmo de las actividades productivas, perpetuando el actual modelo, el sistema productivista, depredador del ecosistema y de sus recursos, aunque se perciba como inviable y sin futuro. Se intenta reanimar a este enfermo, consumiendo ingentes capitales públicos, sin percatarse de la dolencia lo ha llevado a una situación terminal e irreversible. No estamos ante una crisis más, no se trata de un ciclo, de las vacas flacas que suceden a las gordas. La realidad es mucho más cruda: llevamos dos siglos comiéndonos las vacas, y como sigamos así, en el futuro no habrá vacas, ni magras, ni rollizas.

Las realidades ciclópeas, monolíticas, a veces se desploman sin avisar (en Cálculo de Estructuras lo llamaban rotura frágil). Aparentemente la estabilidad del edificio (económico, social e ideológico) es plena, y sólo un observador avezado puede percibir los síntomas del inminente colapso. Después, cuando el derrumbe se ha producido, todo el mundo es capaz de emitir profecías retrospectivas explicando perfectamente el hundimiento (algo así como el “ya lo decía yo” a propósito del pinchazo de la burbuja inmobiliaria). Estamos ante una situación análoga, en la que no podemos, o queremos, percibir las abundantes señales que el ecosistema planetario nos manda de que no puede más, que lo hemos literalmente agotado.

En la resolución de esta crisis ecológica que se nos viene encima las ciudades van a jugar un papel protagonista. El futuro de la humanidad se va a decidir en las ciudades. A principios de siglo XXI, por primera vez en la historia, la población urbana superó a la rural. Si la tendencia no se invierte, y nada apunta en esa dirección, la población mundial acabará por ser mayoritariamente urbana. Es, pues, en las ciudades donde se juega gran parte de la sostenibilidad del planeta, de su impacto en el ecosistema mundial. Lo que hagamos con, y en, las ciudades será crucial.

Translimitación y depleción

Hay dos fenómenos que nos confirman inequívocamente la crisis ecológica: la depleción y la translimitación. El término depleción procede de la terminología petrolera, donde describe la baja o extinción de la producción de un yacimiento tras un pico o cénit, es decir el agotamiento de un recurso por explotación. Añadamos otro dato menos evidente, pero sobre el que existe suficiente consenso entre los científicos para que lo adoptemos como punto de partida: hemos sobrepasado los límites, hemos roto el equilibrio, inestable pero equilibrio, del planeta a base de extraer de él, de consumir, más de lo que nos puede dar (Cfr. Wackernagel et al, 2002 o García, 2006)

2) Un hecho que se ha denominado en castellano translimitación (ecological overshoot en inglés). Cualquier reflexión sobre el Urbanismo Sostenible debe partir de estos dos supuestos básicos: que el crecimiento tiene límites, y que ya los hemos sobrepasado. Y desembocar por tanto en un corolario inmediato: debemos frenar el crecimiento, buscando el llamado Estado Estacionario, concebido como una etapa de transición hacia los modelos de decrecimiento.1 La palabra clave es pues decrecimiento , una expresión que admite pocos equívocos; en breve: el Urbanismo sostenible, o ecológico, es el Urbanismo del decrecimiento. Aunque probablemente no podamos pasar directamente al decrecimiento, y necesitemos un aterrizaje, que hoy ya no puede ser “suave” sino forzoso, transitando antes por un estado intermedio, previo, de frenada: el Estado Estacionario.

 

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