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           	 Introducción 
           	   
           	 
       	   Hace 100 años, un grupo de científicos, entre los
       	    que destacó Albert Einstein, llevó a cabo una serie de observaciones
       	    y especulaciones teóricas que tiempo después, condujeron a la formulación
       	    de las dos grandes teorías del siglo XX: la mecánica cuántica y la
       	    teoría de la relatividad. Éstas surgieron básicamente de dos fuentes:
       	    un problema de tipo teórico y una diferencia de las observaciones
       	    con la teoría electromagnética. El primero consistía en una discrepancia
       	    entre la forma de entender los observadores por la mecánica de Newton
       	    y la teoría electromagnética y el segundo en el hecho de no poder
       	    aclarar la radiación de un cuerpo negro utilizando la mecánica estadística
       	    y la teoría electromagnética de Maxwell. Estos dos desacuerdos condujeron
       	    a la humanidad a un salto cualitativo en ciencia y tecnología. El
       	    resultado final: la Teoría General de la Relatividad de Einstein
       	    y el modelo estándar de S.L. Glashow, A. Salam y S. Weinberg. En
       	    otras palabras, el modelo estándar surgió al estudiar el mundo microscópico
       	    y sus consecuencias. Pero a finales del siglo pasado, una serie estudios
       	    recientes han llevado a nuevos descubrimientos, tan sorprendentes
       	    como los que se hicieron hace un siglo y que ahora provienen de la
       	    observación del mundo macroscópico: el universo. 
       	  A finales de los años 70 y principio de los 80, un
       	    grupo de astrónomos, dirigidos por una mujer llamada Vera Rubin,
       	    observó una anomalía en el movimiento de las estrellas que giran
       	    alrededor de las galaxias. La anomalía consistía en que éstas rotaban
       	    demasiado rápido, de tal forma que la materia “visible” en la galaxia
       	    no tenia suficiente fuerza gravitacional como para compensar la fuerza
       	    centrifuga, debido al desplazamiento de las estrellas. Vera Rubin
       	    postuló entonces la existencia de algo alrededor de la galaxia que
       	    llamó materia
       	    oscura, es decir, algún tipo de substancia que aumenta
       	    la fuerza gravitacional y compensa la centrifuga de las estrellas.
       	    Lo sorprendente es que esta materia oscura tenía que ser alrededor
       	    del 90% de la materia de las galaxias, lo que indicaba que la materia
       	    luminosa sólo representaba 10% de la materia total1 por
       	    ejemplo. Esto significa que, de hecho, las galaxias y por tanto el
       	    universo, están hechas de esta materia oscura. En un principio se
       	    pensó que esta substancia no era más que algún tipo de polvo, o tal
       	    vez planetas gigantes que no iluminaban, 
       	    —como si hubiera Júpiters
       	    por todos lados—, o quizás un número enorme de hoyos negros, etcétera.
       	      
       	   
       	   A lo largo de estos 30 años se han ido descartando
       	    una por una todas estas hipótesis, quedando así, uno de los misterios
       	    más grandes de la ciencia en nuestros días: ¿de qué están hechas
       	    las galaxias? Lo único que se sabe es que la materia oscura es la
       	    responsable de la apariencia del universo, de las galaxias, de los
       	    cúmulos de galaxias, etcétera. Sin ella es imposible entender cómo
       	    se formaron los sistemas estelares en estas galaxias y por tanto
       	    no se puede explicar la existencia del Sol y su sistema de planetas.
       	    Pero el misterio no acaba allí. A fines del siglo pasado, dos grupos
       	    de astrónomos independientes, uno dirigido por Saul Perlmutter y
       	    otro por Brian Schmidt, utilizando el Telescopio
       	    Espacial Hubble de la NASA,
       	    observaron una serie de explosiones de supernovas a distancias enormes.
       	    Se trataba de explosiones que datan de hace 5 mil millones de años,
       	    es decir, del tiempo en que se estaba formando nuestro sistema solar.
       	    Estas supernovas (estrellas cuyo combustible se acaba y que colapsan
       	    en un suspiro final), se encuentran tan alejadas de nosotros que
       	    su luz está llegando después de haber viajado 5 mil millones de años.
       	    Se las puede ver porque sus explosiones son tan poderosas que su
       	    luz ilumina casi tanto como lo haría la de una galaxia entera. Al
       	    observar este fenómeno, los astrónomos pudieron calcular la razón
       	    de expansión del universo en esa época, hace 5 mil millones de años.
       	    El resultado fue sorprendente y ha dejado a la comunidad científica
       	    atónita. Hace 5 mil millones de años el universo se expandía más
       	    lentamente que ahora. Lo cual es un desastre para el entendimiento
       	    que se tiene del universo. Imaginar que éste se expande, significaría
       	    que la fuerza de gravedad de una galaxia que contenga alrededor de
       	    100 mil millones de estrellas como el Sol, estará siendo sobrepasada
       	    debido al movimiento que las aleja. Esta fue la razón por la que
       	    se supone que el universo se inició con una gran explosión. Sin embargo,
       	    los cosmólogos pensaban que, después de la gran explosión, el universo
       	    tenía que mostrar un fenómeno de desaceleración debido a la fuerza
       	    gravitacional atractiva. Pero no, el universo no sólo se expande,
       	    sino que lo hace aceleradamente, cada vez más rápido, en contra de
       	    la fuerza de gravedad. Este hecho únicamente se puede explicar si
       	    existe otro tipo de materia en el universo que sea anti-gravitacional,
       	    es decir, gravitacionalmente repulsiva o un tipo de materia con una
       	    ecuación de estado que de presión negativa. A este tipo de materia
       	    exótica, desconocida y nueva es a lo que los astrónomos han dado
       	    por llamar energía obscura. 
       	   En el año 2003, los resultados del satélite WMAP (Wilkinson Microwave Anisotropy Probe) confirmaron la existencia de materia obscura y de energía obscura, dando con gran exactitud los porcentajes de éstas en el universo. El resultado fue que 23% del universo es materia obscura, 73% es energía oscura y sólo 4% es materia conocida, ésa que se predice en el modelo estándar. La gran sorpresa de fin de siglo es que no se sabe de qué esta hecha el 96% de la materia
       	      del universo.       	     
       	   
          1.  Matos,
            Tonatiuh. .¿De
              qué está hecho el Universo? Serie: La ciencia para todos,
              del Fondo de Cultura Económico, No. 204. 
   
           	  
       	    
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