La
declaración kantiana de ignorancia
El segundo punto que quiero notar es que la noción de autoconciencia empírica incluye tanto el conocimiento de lo que uno mismo piensa —el contenido determinado de un pensamiento propio— como el conocimiento de que uno mismo piensa. Pero, para Kant, y esto es fundamental, no incluye ni puede incluir el conocimiento del tipo de cosa que sea uno mismo como algo que piensa. Si uno sabe que uno piensa —por ejemplo, percatándose según el caso de lo que uno piense— entonces uno podría, haciendo abstracción de los contenidos específicos, concebir la idea de un mero sujeto de pensamientos6. Eso, sin embargo, no nos lleva un ápice más allá de la representación indeterminada del sujeto de pensamientos como algo (yo, él, o eso) que piensa. De ahí que, por extraño que suene, la autoconciencia, como una forma de autoconocimiento, no me ofrece un conocimiento de lo que yo soy. Dicho de otro modo, podemos contar con la autoconciencia empírica como un conocimiento de uno mismo en la medida en que hay ítems en el sentido interno que puedan ser conceptualizados e integrados a un sistema de posibles contenidos de pensamiento —condición, si se quiere, de una posible autobiografía psicológica; pero no podemos con ello aspirar a obtener un conocimiento determinado de la clase de cosa que somos como seres pensantes7.
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