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10
de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079 |
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En las Reglas aparece la primera mención de la experiencia como parte de las doble vía para el conocimiento de las cosas, siendo la otra parte la deducción (cf. AT, X, 365). De la experiencia nos dice Descartes que es a menudo engañosa. Por eso, la geometría y la aritmética, que no requieren de la experiencia y dependen básicamente de la deducción son mucho más ciertas que cualquier otra disciplina. Con ello no quiere restringir el estudio al conocimiento matemático, sino que lo toma como modelo para cualquier otro tipo de conocimiento. El camino de la verdad implica buscar conocimientos tan ciertos como los provenientes de las demostraciones matemáticas. Es importante recordar que Descartes no se interesa por una verdad formal. En la crítica a la lógica tradicional que realiza tanto en las Reglas como en el Discurso, cuestiona radicalmente la búsqueda de verdades a través de meros argumentos o razonamientos. Para Descartes es muy claro que los juicios a priori no tienen interés ni viabilidad para el conocimiento del mundo. Descartes inicia las Reglas dudando de la experiencia. Estas dudas permanecerán presentes en el Discurso y en las Meditaciones. Pero, también estará presente el reconocimiento de la experiencia como una parte importante para el conocimiento de las cosas. En la Regla XII Descartes desarrolla su concepción acerca del papel de la experiencia y los sentidos en relación al conocimiento. Acerca del conocimiento de las cosas Descartes considera tanto al sujeto como al objeto. Nosotros, dice, nos valemos de cuatro facultades para conocer: el entendimiento, la imaginación, los sentidos y la memoria. Si bien el entendimiento es quien tiene el poder de percibir la verdad, depende de las otras tres facultades para no omitir nada. Sobre los objetos considera que deben examinarse tres puntos: lo que se presenta espontáneamente, la forma en que se conoce un objeto a partir de otro y aquello que puede deducirse de cada cosa. La primera parte de la Regla XII la dedica a comprender al sujeto que conoce. Para ello, Descartes considera tanto al espíritu como al cuerpo humano. Se refiere, pues, al compuesto total y sus facultades para conocer. |