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10
de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079 |
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En suma, a juicio de Martinet En suma, a juicio de Martinet, en La Dióptrica y Los Meteoros se ve cómo la problemática de la luz llevó a Descartes a descubrir ciertas piezas maestras de su doctrina definitiva, pues en su opinión, la concepción de la luz y la distinción de dos (o implícitamente de tres) tipos de materia, no es presentada en los ensayos más que como suposiciones demostradas a posteriori, es decir, descubiertas por el análisis de la experiencia (conjugada con los principios). Dicho de otra forma, son demostradas a posteriori por los efectos constatados por la experiencia pero que se pueden deducir de los principios en que se funda la ciencia verdadera, pues su explicación a priori es condición indispensable. Así, mientras que en los ensayos el problema de la luz conduce a exponer las variedades de la materia, en El Mundo el conocimiento de la naturaleza de la luz deriva de la organización de la materia, es decir, de la naturaleza y de la distribución de los elementos. De ahí se comprende porqué la exposición de la naturaleza y propiedades de la luz en El Mundo, precede al tratamiento de:
Luego de haber determinado a priori la naturaleza de la luz en el Cap. XIII del Mundo (26), Descartes está en condiciones de deducir en el capítulo siguiente todas sus propiedades (27), mismo en que adopta un camino inverso de aquél seguido en La Dióptrica, donde, como se ha visto, parte de las propiedades de la luz empíricamente constatadas para derivar una concepción hipotética de su naturaleza. Martinet concluye que, por lo anterior, se ve de manera general que la vía analítica conduce en la Física cartesiana a descubrir "como las cosas pueden ser" y que para establecer que sean así y no de otra manera, es necesario ingeniarse a encontrar un procedimiento sintético que permita deducirlas de las verdades primeras, por un camino de explicación a priori. El análisis de aspectos particulares que están al origen del proyecto de los ensayos confluyen en el problema de la naturaleza de la luz y Descartes se vio obligado, para conciliar esos problemas con los principios de la mecánica, a hacer empleo de la noción de inclinación a moverse, lo que de alguna forma es un sucedáneo del movimiento y a distinguir diversos tipos de materia, uniforme en esencia. Se puede pues, enuncia finaImente, presumir que la problemática de la luz lo ha incitado a poner a punto la teoría de los elementos y la teoría de los vórtices o torbellinos que, en el cuerpo de la ciencia verdadera, perfecta, permiten articular los principios de las cosas materiales con la explicación de la “fábrica” general del mundo. Es decir, dar cuenta no solamente de los fenómenos luminosos, sino, en definitiva, de todo fenómeno. • Atrás |