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EPIDEMIOLOGÍA.
El trastorno depresivo mayor presenta una
prevalencia estimada del 15%, y en las mujeres
puede alcanzar el 25%. Una observación
casi universal, independientemente del país
o la cultura, es que este trastorno tiene
una prevalencia dos veces mayor en las mujeres
que en los hombres. Algunas hipótesis
que se han planteado para explicar estas diferencias
son los factores hormonales, los efectos del
parto, y los diferentes factores de estrés
psicosocial para las mujeres respecto a los
hombres.
DIAGNÓSTICO.
Según el manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales
(DSM-IV) un trastorno depresivo mayor se diagnostica
por la presencia de uno o más episodios
depresivos mayores sin historia de episodios
maníacos, mixtos o hipomaníacos.
Un episodio depresivo mayor debe durar al
menos dos semanas, lapso en el que la persona
experimenta al menos cuatro síntomas
de una lista que incluye cambios en el apetito
y peso, descenso en su estado de ánimo,
cambios en el sueño y nivel de actividad,
pérdida de energía, sentimientos
de culpa, disminución de la capacidad
para pensar y tomar decisiones e ideas recurrentes
de suicidio o muerte así como dificultad
para experimentar placer en cualquier situación
de vida ( trabajo, diversión o sexualidad).
El episodio depresivo mayor se acompaña
de síntomas biológicos como
el retardo motor, la pérdida de peso
y de estima de sí mismo, de ideas de
culpabilidad, pecado y desastre inminente
que pueden llegar a ser delirantes y acompañarse
de alucinaciones en casos graves.
SÍNTOMAS.
La aparición de síntomas depresivos
suele ser lenta e insidiosa. A menudo estas
manifestaciones no son consideradas importantes
por el propio paciente o sus familiares, por
lo que no acuden al médico y piensan
que sólo pasan por una mala época,
sin darle mayor importancia, estas se van
gestando en días o semanas. Incluso
en los meses anteriores puede presentar síntomas
prodrómicos como ansiedad generalizada,
crisis de angustia o fobias.
Algunos de los síntomas del trastorno
depresivo mayor incluyen sensaciones de desesperanza,
insatisfacción o ansiedad, disminución
o aumento del apetito, dificultad para dormir
y múltiples despertares durante la
noche, durante los cuales recuerdan sus problemas,
o pueden dormir más de lo habitual,
tener cansancio exagerado, inquietud, irritabilidad,
cambios en las funciones psicomotrices, pérdida
del interés, de energía y de
la capacidad para el placer ( incluyendo el
sexo), sentimientos de culpabilidad, pensamientos
de muerte y disminución en la concentración,
encuentran difícil finalizar algunas
tareas, empeora su rendimiento escolar y laboral,
y disminuye su motivación para emprender
nuevos proyectos. Pueden comentar que se sienten
tristes, desesperanzados, sumidos en la melancolía
o inútiles. Los pacientes describen
el síntoma de la depresión como
un dolor emocional muy agudo y a veces se
quejan de ser incapaces de llorar; sin embargo,
algunas veces parecen no ser conscientes de
su estado de ánimo, aunque es notorio
que se aíslan de la familia y de los
amigos y abandonan actividades con las que
antes disfrutaban. Sus pensamientos contienen
tres elementos claves: se consideran insignificantes
o que se merecen que se les culpe por lo que
suceda, piensan que son incapaces de cambiar
su situación y no creen que las cosas
mejoren en el futuro
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