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Análisis
del caso
El
destino
En
“Más allá del Principio
de placer” Freud nos muestra que aquellas
experiencias que los neuróticos vivencian
bajo el efecto de la transferencia durante
el análisis también las podemos
reencontrar en la vida de las personas no
neuróticas, pero con la diferencia
de que estas vivencias cobran la impresión
de un destino que las persiguen1.
Esta diferenciación y caracterización
que hace Freud con respecto a las personas
neuróticas y las que no son nos permite
ensayar trasladando dicha descripción
al caso de nuestro paciente Mariano, en este
sentido podríamos ubicarlo en el grupo
de aquellas personas no neuróticas,
ya que, al tratarse de una entrevista de admisión,
argumentamos que aún no se encuentra
bajo el efecto de la transferencia, por ende,
aún no lo podemos diagnosticar como
un “neurótico” en el sentido
que le da Freud.
Siguiendo
con lo indagado en dicho texto, Freud enumera
una serie de ejemplos para ilustrar aquellas
situaciones que son vividas como si el destino
ya estuviera trazado, por ejemplo: “se
conocen individuos en quienes toda relación
humana lleva a idéntico desenlace,
(...) u hombres en quienes toda amistad termina
con la traición del amigo, (...) o
amantes cuya relación desemboca en
idéntico final”. Freud hace una
aclaración aquí y señala
que, sin embargo, este “eterno retorno
de lo igual” no nos sorprende tanto
cuando se da en conductas “activas”,
en cambio, sí nos sorprende de sobremanera
cuando la repetición del mismo destino
se produce en aquellas situaciones en donde
la persona las vivencia en forma “pasiva”,
son experimentadas como si se tratase de algo
que estuviera sustraído de su poder
2.
Al observar el caso de Mariano, su discurso
nos deja percibir que hay algo del destino
que se despliega ahí. Es él
quien una y otra vez enfatiza el carácter
del destino con palabras tales como: “Siento
que las cosas me saturan, que no hay justicia”,
“Yo no sé si va a haber solución.
Ya la vida vino mal parida así”.
Con respecto a esta extrañeza Freud
formula que, luego de las observaciones de
la conducta en transferencia y del caso del
destino fatal, decide inclinarse a suponer
que en la vida anímica realmente existe
una compulsión de repetición
que se instaura más allá del
principio de placer.3
Tomando
la línea de la compulsión de
repetición, Lacan, en el Seminario
11, en “Tyché y Automaton”
4
, sostiene que tras todo automaton subyace
la tyché (que lo traduce como “el
encuentro con lo real”). Es decir, lo
real está más allá del
automaton, está más allá
del retorno, del volver, de la insistencia
de los signos a que nos vemos mandados por
el principio del placer. Ya que solo es a
través de este encuentro fallido, de
aquello que siempre se escapa en cada repetición,
el único modo de encontrarse con lo
real. En las repeticiones de Mariano (esos
acontecimientos trágicos que vive una
y otra vez) algo de lo real se hace oír,
pero a su vez se trata de lo inasible. Es
el encuentro fallido, esto que “escapa”
es “causa” de la repetición,
se trata de aquello que no cesa de no escribirse.
En
el seminario “La carta robada”
Lacan nos muestra que todo lo apresado por
el orden de lo simbólico queda sujetado
a determinaciones que van produciendo una
legalidad de las series. Es decir, se trata
de una cadena de significantes que al desplegarse
crea posibilidades e imposibilidades. Es de
este modo que la “serie” se vuelve
una escritura que se repite en el inconsciente.
Con
respecto al eje del azar y de las determinaciones,
la Dra. Rabinovich nos aclara que siempre
hay un margen de azar, de indeterminación,
que tiene que ver con cómo se juegan
los significantes que organizan la partida
en la que el sujeto es jugado. Pero se trata
de un juego que no existe el a priori.
En este sentido Rabinovich argumenta que hay
ciertas expresiones que resultan ser difíciles
de usar en el psicoanálisis, dado que
uno no podría decir en sentido estricto
que alguien “planea su ruina”.
La paradoja consiste en que tal vez a nivel
manifiesto se muestre como algo planeado,
pero esta estructura solo se dibuja a
posteriori, es decir, no se trata aquí
de una intencionalidad. Lo que observamos
en forma retroactiva es una coherencia y una
legalidad, pero esto solo se manifiesta
cuando la partida terminó, cuando esa
persona se arruinó. Lo que se intenta
demostrar aquí es que esta determinación
es una determinación donde uno se muestra
“jugado” (surge así la
característica pasiva), el
sujeto se ve resuelto por ciertos elementos
en donde no participa su propia decisión
a nivel consciente. Y el punto en
el cual un psicoanálisis opera es cómo
zafar de esa repetición, es decir,
cómo zafar de esa cadena de determinación.
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El
modo de mover esa compulsión de repetición
es transformando esa necesidad que se repite
a partir de una contingencia nuevamente en
un azar, en una contingencia.
La operación fundante para el psicoanálisis
consiste en hacer que esa necesidad que nació
como un azar sea algo de lo que podamos zafar
un poco.6
En
“Función y campo de la palabra
y del lenguaje” Lacan subraya que “en
esta realidad solo la palabra da testimonio
de esa parte de los poderes del pasado que
ha sido apartada en cada encrucijada en que
el acontecimiento ha escogido”7.
Es decir, el acontecimiento elige, escoge,
implica cierta parte de azar, ya que en la
situación de Mariano, que él
haya nacido en un contexto en donde tiene
un hermano que ha quedado a su cargo, en donde
ambos padres han fallecido en su temprana
adultez, son hechos que acontecieron más
allá de su propia elección,
pero que tendrán una incidencia directa
sobre cómo se irá posicionando
subjetivamente 8.
Si
nos detenemos un poco en las tragedias griegas,
notaremos que toda concepción griega
gira en torno de la idea del destino. Pero
esta es una concepción con la cual
disiente el psicoanálisis ya que el
psicoanálisis sostiene que el destino
no está escrito en forma inamovible,
no es necesario.9
Es decir, lo que se intenta mostrar es que,
para el psicoanálisis, la historicidad
se articula a partir de ciertas contingencias
que se organizan como una estructura de base.
Pero esa estructura no es necesaria, podría
haber sido otra, de aquí que Lacan
subraya en “Función y campo de
la palabra y del lenguaje” que lo importante
es recobrar el recuerdo verdadero y no el
recuerdo exacto.
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