Revista Digital Universitaria
10 de noviembre de 2005 Vol.6, No.11 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 

 

  Análisis del caso

El destino

En “Más allá del Principio de placer” Freud nos muestra que aquellas experiencias que los neuróticos vivencian bajo el efecto de la transferencia durante el análisis también las podemos reencontrar en la vida de las personas no neuróticas, pero con la diferencia de que estas vivencias cobran la impresión de un destino que las persiguen1. Esta diferenciación y caracterización que hace Freud con respecto a las personas neuróticas y las que no son nos permite ensayar trasladando dicha descripción al caso de nuestro paciente Mariano, en este sentido podríamos ubicarlo en el grupo de aquellas personas no neuróticas, ya que, al tratarse de una entrevista de admisión, argumentamos que aún no se encuentra bajo el efecto de la transferencia, por ende, aún no lo podemos diagnosticar como un “neurótico” en el sentido que le da Freud.

Siguiendo con lo indagado en dicho texto, Freud enumera una serie de ejemplos para ilustrar aquellas situaciones que son vividas como si el destino ya estuviera trazado, por ejemplo: “se conocen individuos en quienes toda relación humana lleva a idéntico desenlace, (...) u hombres en quienes toda amistad termina con la traición del amigo, (...) o amantes cuya relación desemboca en idéntico final”. Freud hace una aclaración aquí y señala que, sin embargo, este “eterno retorno de lo igual” no nos sorprende tanto cuando se da en conductas “activas”, en cambio, sí nos sorprende de sobremanera cuando la repetición del mismo destino se produce en aquellas situaciones en donde la persona las vivencia en forma “pasiva”, son experimentadas como si se tratase de algo que estuviera sustraído de su poder 2. Al observar el caso de Mariano, su discurso nos deja percibir que hay algo del destino que se despliega ahí. Es él quien una y otra vez enfatiza el carácter del destino con palabras tales como: “Siento que las cosas me saturan, que no hay justicia”, “Yo no sé si va a haber solución. Ya la vida vino mal parida así”. Con respecto a esta extrañeza Freud formula que, luego de las observaciones de la conducta en transferencia y del caso del destino fatal, decide inclinarse a suponer que en la vida anímica realmente existe una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer.3

Tomando la línea de la compulsión de repetición, Lacan, en el Seminario 11, en “Tyché y Automaton” 4 , sostiene que tras todo automaton subyace la tyché (que lo traduce como “el encuentro con lo real”). Es decir, lo real está más allá del automaton, está más allá del retorno, del volver, de la insistencia de los signos a que nos vemos mandados por el principio del placer. Ya que solo es a través de este encuentro fallido, de aquello que siempre se escapa en cada repetición, el único modo de encontrarse con lo real. En las repeticiones de Mariano (esos acontecimientos trágicos que vive una y otra vez) algo de lo real se hace oír, pero a su vez se trata de lo inasible. Es el encuentro fallido, esto que “escapa” es “causa” de la repetición, se trata de aquello que no cesa de no escribirse.

En el seminario “La carta robada” Lacan nos muestra que todo lo apresado por el orden de lo simbólico queda sujetado a determinaciones que van produciendo una legalidad de las series. Es decir, se trata de una cadena de significantes que al desplegarse crea posibilidades e imposibilidades. Es de este modo que la “serie” se vuelve una escritura que se repite en el inconsciente.

Con respecto al eje del azar y de las determinaciones, la Dra. Rabinovich nos aclara que siempre hay un margen de azar, de indeterminación, que tiene que ver con cómo se juegan los significantes que organizan la partida en la que el sujeto es jugado. Pero se trata de un juego que no existe el a priori. En este sentido Rabinovich argumenta que hay ciertas expresiones que resultan ser difíciles de usar en el psicoanálisis, dado que uno no podría decir en sentido estricto que alguien “planea su ruina”. La paradoja consiste en que tal vez a nivel manifiesto se muestre como algo planeado, pero esta estructura solo se dibuja a posteriori, es decir, no se trata aquí de una intencionalidad. Lo que observamos en forma retroactiva es una coherencia y una legalidad, pero esto solo se manifiesta cuando la partida terminó, cuando esa persona se arruinó. Lo que se intenta demostrar aquí es que esta determinación es una determinación donde uno se muestra “jugado” (surge así la característica pasiva), el sujeto se ve resuelto por ciertos elementos en donde no participa su propia decisión a nivel consciente. Y el punto en el cual un psicoanálisis opera es cómo zafar de esa repetición, es decir, cómo zafar de esa cadena de determinación. 5

El modo de mover esa compulsión de repetición es transformando esa necesidad que se repite a partir de una contingencia nuevamente en un azar, en una contingencia. La operación fundante para el psicoanálisis consiste en hacer que esa necesidad que nació como un azar sea algo de lo que podamos zafar un poco.6

En “Función y campo de la palabra y del lenguaje” Lacan subraya que “en esta realidad solo la palabra da testimonio de esa parte de los poderes del pasado que ha sido apartada en cada encrucijada en que el acontecimiento ha escogido”7. Es decir, el acontecimiento elige, escoge, implica cierta parte de azar, ya que en la situación de Mariano, que él haya nacido en un contexto en donde tiene un hermano que ha quedado a su cargo, en donde ambos padres han fallecido en su temprana adultez, son hechos que acontecieron más allá de su propia elección, pero que tendrán una incidencia directa sobre cómo se irá posicionando subjetivamente 8.

Si nos detenemos un poco en las tragedias griegas, notaremos que toda concepción griega gira en torno de la idea del destino. Pero esta es una concepción con la cual disiente el psicoanálisis ya que el psicoanálisis sostiene que el destino no está escrito en forma inamovible, no es necesario.9 Es decir, lo que se intenta mostrar es que, para el psicoanálisis, la historicidad se articula a partir de ciertas contingencias que se organizan como una estructura de base. Pero esa estructura no es necesaria, podría haber sido otra, de aquí que Lacan subraya en “Función y campo de la palabra y del lenguaje” que lo importante es recobrar el recuerdo verdadero y no el recuerdo exacto.

 
 
   

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