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Recuperación de modelos tradicionales

Cuando uno se acerca a los entremeses cervantinos, sea como lector o como espectador, se admira de la eficacia con la que Cervantes va manejando los modelos que le provenían de la tradición, como los del sistema del burlador-burlado, que a su vez cuenta con el recurso de la complicidad del senado para hacer que la fábula sea verosímil, como en el caso del Vizcaíno fingido o La cueva de Salamanca. Fino catador de un folclor promovido y recopilado por los humanistas del Renacimiento, Cervantes va a aprovechar con suma libertad el material que le proporcionaban cuentecillos, coplas y refranes. Muchas veces encontramos la impronta italiana de Bocaccio, como en el caso de La cueva de Salamanca, El Juez de los divorcios o La guarda cuidadosa en donde, si por un lado se ponen en evidencia los ardides y embustes de una mujer si no taimada, sí por lo menos práctica para seleccionar a los galanes, en El juez de los divorcios el meollo está en la polémica contra el yugo matrimonial; de hecho, amor, matrimonio y codicia forman parte de los bastidores sobre los que se teje la acción entremesil.

En el caso de La guarda cuidadosa, el entremés, además, trasunta un tópico histórico social de su tiempo: la inopia del soldado que, a pesar de estar luchando por el esplendor de España, cuando regresa a su tierra se encuentra más pobre que un ratón, razón por la cual pierde a su dama, mientras que el rijoso sacristán lleno de habilidades de taimada rapiña, seduce con su oro a criadas y fregonas. En este caso podemos ver la vertiente de una tradición del folclor transalpino, el bruchello, derivación de las farsas de carnaval, que Cervantes seguramente conoció, al mismo tiempo que la vertiente –ya de perfil hispánico– de rescatar la realidad, y de este modo atrapar al espectador en la seducción del espejo en el que se contempla.

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