Problemática
El grupo de especies de pescado blanco enfrenta una
serie de problemas que se enlistan y comentan a continuación.
I. Impacto en la producción
pesquera. La producción
pesquera de pescado blanco en los principales
embalses, Pátzcuaro y Chapala, ha disminuido
dramáticamente. Entre las causas de la disminución
está, la sobreexplotación, la disminución
del volumen y superficie de los embalses por evaporación
y extracción del agua para diferentes usos (riego
y agua potable, principalmente), por azolve y contaminación
por aguas negras y pesticidas de la agricultura (se
explica en el punto VI y VII). En efecto, en Pátzcuaro,
de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de
la Pesca, cuando en 1981 se produjeron 136 toneladas
de esta especie, en 1999 se registraron únicamente
cuatro. En 2000 representó sólo el 1%
de la producción total del lago (Gaspar-Dillanes
et al., 2000)
<http://10.10.1.6/Publicaciones/sustentabilidad/Continental/PATZCUARO.pdf>
En
el lago de Chapala, la producción por composición
de especies para el año 2000 ya ni siquiera considera
al pescado blanco, pues ya no se registra desde 1990,
preocupación que orilló a la creación
de un anteproyecto de NOM-032-PESC-2000 para aplicar
la veda total para estas especies. Adicionalmente, una
de las especies de pescado blanco de este lago, C. promelas,
se encuentra como especie amenazada. (Carta Nacional
Pesquera, 2004)
<http://10.10.1.6/Publicaciones/sustentabilidad/Continetal/CHAPALA.pdf>
Por
otro lado, en el lago de Zirahuén, del municipio
de Salvador Escalante, Mich., de aproximadamente 20
toneladas capturadas en el año 2000, el pescado
blanco representó la menor proporción
(7%) de la producción total en la que los charales
representan más del 50% y dos especies exóticas
el 40% (Carta Nacional Pesquera, 2004). Se debe considerar,
sin embargo, que una gran cantidad de pescados blancos
está siendo capturada como charal, ya que es
prácticamente imposible diferenciar las especies
de pescado blanco de las de charal, cuando comparten
las mismas tallas (Rojas y León, 2004) sin embargo,
la identificación taxonómica de ciertos
charales conocidos localmente como cuerepos por los
pescadores, mostró que son de pescado blanco
(Paulo-Maya, com. per.)
<http:10.10.1.6/10.10.1.6/CNP/dof_15-03-2004.pdf>
II.
Translocaciones de especies de pescado blanco de otros
lagos. Tales son los casos del lago de Pátzcuaro
y Zirahuén. En el primero actualmente se encuentran
poblaciones de Chirostoma
humboldtianum incluso en mayor abundancia
que el C. estor estor nativo (Rojas et al., 1993;) así
como de C. lucius (Toledo y Barbour, 1986) y C. estor
copandaro (Peralta, 1991), (Alaye, 1993), (Barriga-Sosa,
2001).
En
el lago de Zirahuén, además de las especies
nativas, se encuentra también C. humboldtianum
(Barriga-Sosa, 2001), (Rojas y León, 2004)
III. Competencia y desplazamiento de
especies nativas por introducción de especies
exóticas. En la mayoría de los cuerpos
de agua del país se han hecho introducciones
principalmente de especies de carpa
común (Cyprinus
carpio) (Fig.
15), Este es un fenómeno conocido
en los tres lagos mencionados, las carpas son particularmente
nocivas para las poblaciones de pescado blanco ya que
consumen sus huevos. Las especies nativas han sido desplazadas
y sus pesquerías transformadas de menor valor
económico por la gran abundancia de las especies
introducidas de bajo precio en el mercado. Otra especie
exótica que depreda al pescado blanco de Pátzcuaro
y Zirahuén es la lobina
negra (Fig.17)
(Micropterus salmoides) voraz carnívora
cuyo amplio espectro de alimentación incluye
a los charales y pescado
blanco (García de León, 1984; Toledo,
1988).
En el lago de Zirahuén, la trucha
arco-iris (Fig.18),(Onchorhyncus
mykiss) es también una especie exótica
de hábitos carnívoros, que habita junto
con el pescado blanco,aunque no existe aún evidencia
de que ejerza competencia con éste (Paulo-Maya,
com. per.)
IV.
Dificultad para la identificación de especies.
La Identificación de las especies de Chirostoma
por el método tradicional representa una seria
dificultad porque las claves para el género (Barbour,
1973) no discriminan del todo a las especies, es decir
hay características cuyos valores se traslapan
para las tallas de adultos y no son aplicables para
tallas pequeñas. Por otro lado, los juveniles
de pescado blanco y los charales tienen una gran similitud
morfológica, de manera que es muy difícil
separarlos empíricamente, razón por la
cual es seguro que se pescan como charales. Esto es
un obstáculo para la realización de los
estudios biológico pesqueros que permitan conocer
específicamente el estado actual de las poblaciones
de pescado blanco y su dinámica, de manera que
se proyecten medidas para su mejor administración
y conservación. La identificación de estas
especies por métodos más sofisticados
como el de genética molecular, parecen ser más
seguros, porque permiten realizar una discriminación
entre las especies (Barriga-Sosa, 2003), sin embargo,
son caros y de aplicación restringida por los
escasos recursos dedicados a la investigación.
Lo
anterior conduce a una falta de actualización
de “inventarios” de especies en los cuerpos
de agua y a una dificultad para hacer el seguimiento
de las poblaciones a nivel específico.