Entre las actividades antropogénicas que se realizan
en la cuenca se puede mencionar la tala inmoderada que
ha provocado una tasa de deforestación de 44.9
% de 1963 a 1990 para los cuatro municipios que la conforman
(Álvarez-Icaza y Garibay, 1992). Efecto de la
deforestación es el arrastre de la capa de suelo
y terrígenos hacia el nivel base de la cuenca,
produciendo un azolve en el lago estimado en 85,000
m3 /año (SEMARNAP, 1997). El alto volumen de
aguas negras, 28,429 m3/día (Múzquiz,
1992), desechos de las áreas urbanas de las cabeceras
municipales de Pátzcuaro, Quiroga, Tzintzuntzan
y Erongarícuaro provocan la contaminación
del agua, en un vaso que no tiene más aporte
de agua limpia, que la precipitación pluvial
y algunos escurrimientos superficiales y subterráneos
por tratarse de una cuenca cerrada
o “endorreica”, a la que escurren
las aguas de lluvia, a manera de cubeta, pero no salen
de ella. El azolve promueve la proliferación
de vegetación emergente lo que a su vez incrementa
la evaporación y fomenta la pérdida de
volumen de agua generando con ello un proceso que parece
haber alcanzado el punto de no retorno. Para agravar
el problema, la falta de servicios de agua potable que
padecen las comunidades ribereñas e isleñas
las obliga a instalar tomas de agua en el lago para
uso doméstico (con el consiguiente riesgo para
su salud) y para riego en la parte norte del lago, todo
lo cual pone en serio peligro al lago, sus recursos
y a la actividad pesquera en su conjunto. Todos estos
factores contribuyen a la pérdida del hábitat
natural de las especies de pescado blanco y con ello
a su desaparición.
En Chapala, de acuerdo con la Carta Nacional Pesquera,
(2004) los indicadores de la pesquería marcan
que la captura de los recursos ha disminuido notablemente
como consecuencia del deterioro ambiental de la cuenca,
bajos niveles de agua y excesivo incremento del esfuerzo
pesquero. La cuenca Lerma-Chapala a la que pertenece
el lago, está considerada como una de las más
dinámicas del país en términos
socioeconómicos. De acuerdo con Mestre, (2002)
en su superficie de 48,215 km2 (aproximadamente el 3%
del territorio nacional), se genera una tercera parte
de la producción industrial del país,
el 20% del comercio, y ahí se encuentra una de
cada ocho hectáreas de riego y temporal del país,
además de que atiende parcialmente las necesidades
de agua de las dos ciudades más grandes del país,
México y Guadalajara. Sin embargo, a la par de
su crecimiento económico y social, han surgido,
multiplicado y agravado los problemas derivados de la
contaminación. Entre los problemas que la causan
está la falta de tratamiento del agua después
de su aprovechamiento, la errónea concepción
de que es una vía para eliminar desechos, el
incumplimiento de los reglamentos y condiciones de descarga,
las bajas tarifas por el uso de agua, el incremento
de volúmenes de los efluentes urbanos y agrícolas.
En la parte alta de la cuenca las descargas industriales
de los corredores Lerma-Toluca y Santiago-Tianguistengo,
y de la ciudad de Toluca han deteriorado notablemente
la calidad del agua. Según Mestre, (2002) las
descargas de las ciudades e industrias de Querétaro,
Celaya, Salamanca e Irapuato, así como de la
granjas porcícolas e industrias procesadores
de carne de La Piedad y Santa María Pacueco tiene
una influencia directa sobre la masa de contaminantes
que llegan a Chapala. En términos generales,
para la década de 1980 a 1990, se observa un
aumento de los contaminantes expresado por un aumento
de la DBO (demanda biológica de oxígeno)
de 0.60 a 2.0 mg/l y de la concentración de grasas
y aceites de 7.7 a 16.2 mg/l; nitrógeno amoniacal
de 0.09 a 0.20 mg/l; detergentes de 0.07 a 0,54 mg/l;
coliformes totales de 8.0 a 18 NMP/100ml y sólidos
totales de 372.7 a 600 mg/l (Anónimo, 1990).
El grado de la contaminación varía por
zonas en el lago. Las más contaminadas van de
la desembocadura del río Lerma a Jamay y frente
a la zona turística (Chapala, Ajijic, San Juan
Cosalá y Jocotepec). La contaminación
entre los ríos Lerma y el Santiago frente a Jamay
se debe principalmente a descargas químicas,
y frente a la zona turística es de origen orgánico
(SEMARNAT, 2005). Lyons et al., (1998), reconoce que
la producción pesquera de especies exóticas
se ha incrementado a pesar de que la calidad y cantidad
del agua disminuye, mientras que la captura de varias
especies nativas de mayor valor disminuye y se colapsa.
Rapport, (1999) coincide en esto último y lo
atribuye a alteraciones en el ecosistema debidas a cambios
en la productividad primaria y secundaria así
como en el ciclo de los nutrientes, todo ello ocasionado
por los cambios drásticos en el volumen del agua
e ingreso de contaminantes, entre otros. Por otro lado,
Shine et al.; (1998) y Rosales Hoz et al., (1998), encuentran
metales pesados en el lago en particular con concentraciones
elevadas de plomo que queda biodisponible y cobre y
zinc identificados en el hígado de la tilapia
y la carpa de Chapala, lo que demuestra que si entran
en la cadena alimenticia. Por su parte Ford et al.,
(2000) encuentran mercurio en especies de Chirostoma
spp expendidas para alimento, aunque no en altas concentraciones,
considera que un alto consumo de peces de Chirostoma
spp puede resultar en la exposición a niveles
que excedan la norma internacional. Es previsible que
la situación actual sea aún peor con el
consiguiente efecto en las poblaciones de pescado blanco
y otras especies endémicas.
Aunque
Zirahuén es un lago poco productivo, a últimas
fechas está tomando auge como centro turístico
por la belleza de sus transparentes aguas y por la posibilidad
de disfrutar del pescado blanco y charales. El aumento
del turismo sin planeación ni servicios pone
en riesgo la calidad del agua y por ende la permanencia
de las especies nativas.