Elección
racional
Desde
la perspectiva de la elección racional, el tema
del desarrollo, visto por la economía política,
trata de la forma en que los actores en los mercados
realizan conductas estratégicas de elección
y razonamiento para maximizar sus propios intereses
que persiguen en función de incentivos, así
como de los problemas de agregación mediante
la teoría de la acción colectiva y de
la acción democrática.
El
imperio absoluto del mercado, como la única forma
de gobernabilidad, congela el orden de cosas existente,
descalifica y censura toda alternativa posible. La función
del mercado se fundamenta en el rational choice,
o principio racional, que busca la maximización
de beneficios individuales por sobre la noción
del bien común, lo que exacerba los derechos
individuales por sobre los colectivos y afirma la tendencia
al autoritarismo. La capacidad para elegir es la base
de la sociedad del consumo mediante la expresión
de preferencias.
Así,
el ciudadano es reducido a una mera condición
de consumidor. La concepción cosmopolita de un
gobierno democrático concibe al ciudadano como
persona dentro del Estado, pero, además, capaz
de mediar entre una diversidad de tradiciones nacionales,
comunidades políticas y estilos de vida “alternativos”.
Es precisamente la diversidad una de las características
de los tiempo actuales, y su reconocimiento es una contribución
a la riqueza de las sociedades contemporáneas.
Los
supuestos económicos de la elección racional
y las implicaciones que fluyen lógicamente de
estos supuestos sugieren que es el mercado, y no la
intervención del Estado, el que asegura la provisión
de los términos del contrato que son socialmente
eficientes y óptimos para los compradores considerados
como una clase. Los mercados son ineficientes en las
relaciones de intercambio frecuentes, complejos y cuando
son realizados por encargo hay presiones en el calendario
y complementariedades en el proceso de producción
(Jones, et al, 1997).
La
teoría económica de la forma de contratos
asume un tipo de conducta racional de parte de compradores,
ésta es denominada como “la teoría
de la utilidad esperada”, de acuerdo con la cual
se espera que los compradores usen el mercado para maximizar
su utilidad esperada; supuesto conductual que no parece
objetable si se considera que los individuos tienen
diferentes metas, pero que todos intentan satisfacer
sus metas en forma tan económica como sea posible,
lo que nos lleva a supuestos acerca de los supuestos
de tomas de decisiones.
La
teoría de la elección racional, de acuerdo
a Coleman (1988), es aquélla en la cual cada
actor tiene control sobre ciertos recursos e intereses
en ciertos intereses y eventos. La elección racional
es un enfoque individualista porque confunde el bienestar
con las preferencias y con las elecciones.
Para
los expresivistas, la racionalidad es una forma
apropiada de expresión de actitudes y expresiones
que no promueven buenos resultados. Para los teóricos
de la virtud, la elección racional es la elección
que una persona con ciertos rasgos del carácter,
tales como el buen juicio, involucramiento emocional
y otros rasgos, escogería.