Revista Digital Universitaria
10 de diciembre de 2006 Vol.7, No.12 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 
 
 


Unas veces más intensa que otras, más tenue o luminosa según cierto azar propio. La Imagen hace suyo lo profundo, lejano y extenso para acercarlo a lo inmediato, cercano y específico. Red de planos y dimensiones obediente al arbitrio de las necesidades. Red de luz transparente y expansiva. Retícula sobre la totalidad de las experiencias; síntesis y proyecto inmensurable. Violencia de espacios y tiempos fiel a lo accidental, lo histórico y lo social. Individual, colectiva y viceversa. Tiene por garantía el vacío. Se expande sobre él cardinalmente para alimentar diálogos y debates con el caos. No es deidad, no es curiosidad, no es fatalidad.


Al lado de esas intenciones que emplazan el fenómeno de la Imagen como hecho estrictamente cerebral, hay que presentar hipótesis más amplias que incluyen la totalidad de los sistemas sensomotrices con sus funciones de regulación y su carácter vehicular proveedor de información y estímulos. Además hay que considerar el papel determinante de las relaciones sociales, su tipo e historia y el modo en que estas se desarrollan. Es decir el conjunto de las relaciones también sociales es materia prima de la Imagen. El fenómeno de la Imagen es irreductible a lo neurofisiológico y tiene como función primordial generar la praxis en la gestación, consolidación y evolución del conocimiento, la comunicación y la creación.


Si la imagen se comporta como suponemos, es decir como producción de la tensión dialéctica entre varias líneas de la experiencia y la necesidad. Si de inmediato ese choque genera sobrecargas en todas las líneas de la red y, por tanto, otros choques o chispazos. Si esto sucede, además, en todas direcciones y dimensiones con una intensidad tal que logra inquietar el ánimo general de individuos o grupos; el problema de la investigación es extraordinariamente complejo y amplio. Compete a la Epistemología, a la Semiótica y a la Estética entre otras disciplinas. ¿Debe estudiarse la Imagen también como materia de ciencia física, natural, y/o social? ¿Qué metodología está habilitada y/o habilita semejante complejidad?


Más allá de los imperialismos de la imagen, que la pretenden propiedad exclusiva para la imposición de modelos ideológicos, y muy al margen de las prepotencias estético-mercantiles, la imagen continúa siendo un acontecimiento irreductible y problematizante. La necedad comunicacionalista de algunas teorías empeñadas en apropiarse la Imagen, quiso hacernos creer que la reiteración, saturación, posicionamiento publicístico son clave de un saber incuestionable. Produjeron con reduccionismos tantas confusiones y engaños que es necesario hoy replantear medios y modos para el estudio de la Imagen.


Hace un programa de investigación cuya capacidad crítica puntualice eso que, en lo individual y colectivo, poseemos para pensar y liberar la riqueza de las imágenes. Nada más aterrorizante que la idea de y direccionar la producción natural de imágenes a cambio de "mundos felices" donde todos se someten al "modo de producción" para imágenes, verticalista, autoritario y domesticador.


Hoy se llama Imagen a casi cualquier signo icónico, portador de discursos verticalistas. Se llama "imagen corporativa", "imagen pública", "imagenpolítica", "imagen publicitaria", "civilización de la imagen", etc. en una época en que los signos se cretinizaron para sustituir las expresiones humanas más genuinas.


El estudio de la Imagen no puede prescindir de una ética que obligue a poner en claro peligros y consecuencias, que sobre la historia de la cultura, inflige toda alienación humana. Esta investigación sobre Filosofía de la Imagen privilegia la creación sobre la erudición sin reñirlas. Pone énfasis en la importancia de expandir el conocimiento para obedecer al carácter bacteriológico y creativo de la imagen con sus potencias exteriorizantes, liberadoras del espíritu... sus enigmas y promesas, es decir, la vida misma.

 

 
   

 

 

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