En
Europa, desde el siglo IV, existieron
instituciones cristianas y fue en el periodo
de Constantino donde se les da el nombre
de hospitales y hospicios. En Roma, Fabiola,
una discípula de San Jerónimo,
funda el primer hospital en el año
400 con el fin de atender a todos los
peregrinos que llegaban a Ostia, puerto
de Roma que recibía gente de África,
Asia.
En la Edad Media las personas llegaban
a los hospicios por comida y alojamiento.
En estos lugares los enfermos eran cuidados,
pero como la ciencia no estaba tan adelantada
muchos morían, y sólo quedaba
proprocionarles ayuda espiritual. Estos
hospicios estaban instalados en rutas
transitadas. Atendían a viajeros,
huérfanos y peregrinos; se enfocaban
más en lo caritativo que en lo
curativo; no eran lugares enfocados sólo
para los moribundos. En el siglo XII San
Bernardo ya utilizaba la palabra hospice
para señalar el lugar donde llegaban
los peregrinos. San Vicente de Paúl,
entre 1581 a 1660, crea hospicios en toda
Francia destinados a gente de escasos
recursos económicos.