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La evolución tecnológica del telar
Raúl Vicente Galindo Sosa y Yissel Hernández Romero
 



 
 

 

Desarrollo tecnológico del telar

Desarrollo del telar automático

Si bien los telares mecánicos aumentaron considerablemente la producción mediante la sincronización de procesos, el control y toma de decisiones seguía dependiendo del trabajador. Los telares mecánicos tradicionales, por ejemplo, tenían que ser detenidos para remplazar la trama de la lanzadera. Debido a estos tiempos “muertos” el trabajador podía operar solamente un máximo de cuatro máquinas.

James Northrop, emigrante inglés, desarrolló en 1889, en Estados Unidos, un sistema que permitía manipular la trama mediante el cambio de canillas sin necesidad de alentar o detener el telar, y lo más importante era que podía prescindir del hombre para realizarlo. De esta forma se crea el primer telar automático. Esta innovación habilitó la operación de hasta 16 equipos por trabajador, al disminuir el tiempo de atención que requerían por parte de éste, obteniendo rendimientos mucho más elevados y mayor producción. Dicho cambio representó la consolidación de la industria americana a nivel mundial ya que en 1930 el 90% de sus telares utilizaban esta tecnología contra el 5% en países como Inglaterra (Gómez, 1987:28).

Sin embargo, los cambios no versaron solamente en elevar la producción, sino también en mejorarla. En 1865, Hattersley y Smith inventan un mecanismo de cambio de cajines que brindaba la posibilidad de utilizar diversas tramas en un mismo tejido, lo cual ampliaba de manera sustancial la variedad y complejidad de los diseños. A partir de ese momento, muchas compañías adaptaron, mejoraron e implementaron nuevos dispositivos. En 1898, Ruti, el mayor fabricante de telares suizo, mejoró el sistema de Northrop al desarrollar un mecanismo de bobina automático, cuyo movimiento se lograba mediante imantación temporal. Mientras tanto, empresas japonesas como Toyoda, Sakamoto y Tsudakoma lograron incorporar la transferencia automática de la lanzadera. (Rajagopalan, 2007).

Después de la Segunda Guerra Mundial, la productividad y eficiencia se convirtieron en elementos esenciales para superar los costos de trabajo de los países occidentales, volviéndose común la práctica de elevar la productividad para reducir costos de fabricación. Esto condujo al estudio de factores que afectaban la velocidad del telar, incluyendo los mecánicos y los humanos.

“El desarrollo de los telares ha permitido reducir las horas de trabajo durante los últimos 125 años de 20 a 0.25 hrs.” (Rajagopalan, 2007). Las principales mejoras, en la actualidad, se han visto en el incremento de productividad, flexibilidad para producir cualquier tipo de tela, reducción en los tiempos “muertos” de cambio o suministro de materia prima, y la aplicación de controles electrónicos a mecanismos (automatización).

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