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Instrucciones para comportarse en sociedad

Belén Gache
 
 


La noción de instrucción a partir de los años 60: event scores, happenings y teatro invisible

La noción de “instrucción” en Cortázar se corresponde con un espíritu de época que hace hincapié en la denuncia de los “guiones sociales” preestablecidos y las fórmulas y estereotipos de la moral burguesa. El cuerpo disciplinado, domesticado, se corresponderá igualmente en estos años con corrientes de reflexión y denuncia en el ámbito del estudio de los medios masivos de comunicación, en donde los mensajes emitidos por los mismos eran entendidos como agentes hipnotizantes cuyos contenidos surcaban el aire y penetraban la mente de la audiencia convirtiéndola en un conjunto de zombies, en cuerpos sin voluntad propia, en receptores pasivos a los cuales se les inyectaban consignas. Teorías como las denominadas de la “Bala Mágica”, o la “Teoría de la aguja hipodérmica” referían precisamente a esta situación de alienación y obediencia de acciones preprogramadas.

El espíritu de denuncia de estas cuestiones fue compartido por una serie de movimientos como, por ejemplo, el Internacional Situacionismo. Para Guy Debord, el tiempo de la vida cotidiana del ser humano era un tiempo cuantificado y sometido a las reglas del trabajo productivo. En una sociedad dominada por el capital, los individuos eran privados de darle un sentido autónomo a sus vidas siendo sus acciones pautadas de antemano en cada uno de sus aspectos. Para él, una crítica de la cultura debía ser, ante todo, una crítica de la vida cotidiana y esa crítica debía apuntar, esencialmente, a la ruptura de la pasividad de los cuerpos y a la búsqueda de nuevas experiencias que rompieran con el estado general de adormecimiento social. Debord escribía en 1957, en su "Informe sobre la construcción de situaciones y sobre las condiciones de la organización y la acción de la tendencia situacionista internacional":

Nuestra acción sobre el comportamiento, en relación con los demás aspectos deseables de una revolución en las costumbres, puede definirse someramente por la invención de juegos de una esencia nueva. El objetivo general tiene que ser la ampliación de la parte no mediocre de la vida.


Para Debord, el principio mismo del espectáculo está ligado a la alienación y la no-intervención. Por ello, propicia esta construcción de situaciones que llevarían en su momento a la destrucción del orden de cosas establecido.

El espíritu de época al que referimos encuentra sus raíces en la fenomenología de la existencia (Husserl, Merleau-Ponty, etc.). Para esta corriente filosófica, determinados temas tales como el cuerpo, la libertad, los otros, resultaban claves. Ya a mediados de los 60 se venían desarrollando diversas manifestaciones artísticas que señalaban la arbitrariedad de los guiones sociales y promovían expresiones centradas en la acción corporal tales como el Teatro del vacío, el Teatro invisible, los happenings o los eventos del grupo Fluxus.

Experiencias como las llevadas a cabo por los cultores del denominado Teatro del vacío (Theatre du Vide) se centraban en la eliminación de las fronteras entre el arte y la vida, promoviendo, por ejemplo, piezas como la siguiente: “Sueño: Ambientado en una habitación. La escena abre con un hombre durmiendo en una cama. El actor realmente debe estar durmiendo. La performance durará alrededor de 10 minutos. Al final, se espera que la audiencia aplauda.” (Klein, 1960). El Teatro invisible, por su parte, implicaba performances que se desarrollaban muchas veces en lugares públicos provocando una reacción real en espectadores espontáneos, involucrados imprevistamente en la escena, sin estar informados de que estaban presenciando una pieza de teatro.

En EEUU, por su parte, los happenings de Allan Kaprow se ofrecían como un estímulo provocando una intensificación de la atención, suscitando muchas veces la provocación de las costumbres convencionales. Pero más allá de la irritación social, la dimensión corporal era fundamental en este tipo de experiencias. El mismo Kaprow señalaba en 1986, la manera en que el mero acto de cepillarse los dientes por las mañanas podía convertirse en una situación extremadamente iluminadora:

Comencé a prestar atención al acto de cepillarme los dientes, en cómo el mismo se había rutinizado de tal manera que se había convertido en una acción inconciente. Comencé a ver que el 99 % de las acciones de mi rutina diaria se habían vuelto igualmente inconscientes, que mi mente estaba siempre en otro lado y que los cientos de señales que mi cuerpo me enviaba pasaban para mí desapercibidos.

También dentro de este tipo de experiencias, encontramos en Francia, grupos de artistas realizando intervenciones urbanas. El Group de Recherche d'Art Visuel, por ejemplo, realiza experiencias como "Un día en la calle", a la cual pertenece este texto introductorio publicado originariamente en 1964:

La ciudad, la calle, está cubierta por una trama de hábitos y de actos repetidos a diario. Pensamos que la gama de estos gestos rutinarios puede conducir a una pasividad total o crear una necesidad general de reacción. En esa trama de hechos repetidos y previstos de un día de París, queremos provocar deliberadamente una serie de acontecimientos puntuales. La vida de las grandes ciudades podría ser bombardeada de manera masiva (no con bombas), pero sí con situaciones nuevas, solicitando una participación y una respuesta de sus habitantes. No pensamos que nuestra tentativa sea suficiente para quebrar la rutina de un día de semana de París. Puede ser considerada solamente como un simple desplazamiento de situación. (Group de Recherche d'Art Visuel, 1988)

Con respecto a las actividades del grupo Fluxus, sus diversas performances y acciones se caracterizaban tanto por la voluntad de quebrar la frontera entre arte y vida como por su carácter efímero. Los event scores (partituras escritas, muchas veces escritas o impresas en tarjetas blancas comunes) consistían en propuestas que implicaban simples acciones de la vida cotidiana a ser llevadas a cabo recontextualizadas como performances, como por ejemplo, estos de George Brecht, de principios de los años 60:
- evento para ventanas: abrir una ventana cerrada, cerrar una ventana abierta;
-evento para teléfono: cuando un teléfono suena, dejar que siga sonando hasta que pare;
-evento para radio: prender una radio, al primer sonido que se escuche, apagarla.

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