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Una manera Cortázar de estar en el mundo.
Entrevista a dos voces con Enrique Alfaro Llarena, acotada por Ricardo Pohlenz

Libia Brenda Castro R.
 
 

¿Rayuela?

RDU: Sí, el juego: 62, Modelo para armar; Final del juego; Rayuela: la vocación lúdica, diría el señor Pohlenz, está presente en este sentido del humor también. Además Cortázar iba a titular a su novela justo así, “Mandala”, pero luego se arrepintió y terminó llamándola “Rayuela”, casi descubrió el hilo negro.

Ricardo: El cielo está aquí, es zen en ese sentido, por eso buscaba la idea de la mandala, uno y cielo están en el mismo nivel.

Enrique: Hay un Cortázar donde la escritura es un juego, la literatura, a final de cuentas, sería un juego serio.

RDU: Cortázar decía que lo más serio que hay para un niño es el juego, entonces en ese sentido él jugaba a escribir.

Enrique: Sí, se sentaba a escribir con actitud de juego.

Ricardo: Una digresión, ¿sabes a qué hora escribía Cortázar o en qué condiciones?

Enrique: No sé a qué hora pero sí sé que no había un plan para escribir, podía dejar de hacerlo algunos días y luego escribir horas o días enteros. Se levantaba y escribía un cuento por alguna pesadilla, por ejemplo "Casa tomada", escribía en un momento dado en la máquina y no corregía. Es impresionante eso, no corregía prácticamente nada. Los académicos en Madrid dirían que se puede notar (por la falta de “corrección” formal): tú ves un texto de Cortázar y hay una sobreabundancia de ‘qués’, hay adverbios terminados en ‘mente’, sin embargo, si se suprimen o se corrigen de forma tradicional esos textos, se elimina la musicalidad: algo se pierde ahí. Es un producto en bruto extremadamente bien acabado, hay una música, hay “swing” y una intención literaria enorme.

De hecho, el comentario de Borges sobre Cortázar a mí me gusta mucho, ¿de qué tratan los cuentos de Cortázar?, no se sabe muy bien de qué tratan; sin embargo, como la anécdota es inasible, al tratar de contarlo de reducirlo a un argumento, el cuento se te deshace en las manos, no puedes reducir a un argumento cuentos como Usted se tendió a tu lado, no lo puedes explicar lo tienes que leer.

RDU: ¿Qué es lo que estaba rompiendo Julio en su forma?, él decía: “me chocan los escritores que se ponen la corbata para escribir y que tienen que tratar al lector como con tanta ceremonia, no, yo no quiero eso", ¿con qué estaba rompiendo en todo caso?

Enrique: Buscaba una originalidad, distinguirse, o sea hacer algo que no hacía nadie más. Hay una vocación en su tiempo, a su alrededor, en su ámbito antes de llegar a cierta experimentación, a ciertos textos; algunos le quedaron mejor que otros, forzándose siempre a esa búsqueda, a una experimentación, a que esto no sea como esto otro.

Ricardo: Hay que considerar que Julio Cortázar se desarrolla como un escritor dentro de un territorio que, a pesar de que se está desmoronando en fragmentos, todavía cree en una suerte de unicidad y en una victoria desde la imaginación. Puede ser un malabarista del lenguaje en términos de hacer que la sintaxis sea como el jazz; un poco en este tipo de juego trastocar la sintaxis,
violentarla para poder encontrar un nuevo sentido. Él cree en la ilusión, cree en el tejido de las cosas y, en un sentido, ‘aparecer’ tiene que ver con la voluntad de lo mágico, por eso también fue traductor de Poe.

RDU: Cortázar es también una especie de favorito de los académicos, lo estudian, lo explican una y otra vez. ¿Crees que Cortázar está últimamente de “moda”?, acaban de sacar inéditos, acaba de cumplir 25 años de muerte, en 2014 se cumplirán cien años de su nacimiento; y Círculo de lectores, por ejemplo, está editando sus obras completas, se reconoce como un autor valioso.

Enrique: Yo no sé si esté de moda, creo que más bien es un autor con una presencia (y esta palabra, "presencia", era importante para él), que tiene ya muchos años y que seguirá siendo un punto ineludible en el mapa de la Literatura. El sexto volumen de su obra completa en Círculo de Lectores, Obra crítica, incluye sus reseñas, comentarios críticos de libros, textos varios y los escritos de Nicaragua y Argentina (el Cortázar político era lamentable). Está, claro, la "Teoría del túnel". Ésta me parece interesante. Pero es lo más árido y menos interesante de Julio. Incluso, hay cierta pedantería en sus juegos, en sus grillas, alegatos, en sus chistes cultos. En sus cuentos y en su ficción breve, creo, cuando se ciñe a lo suyo, es mucho mejor. Puede ser luminoso, lo es, pero ahora sus caídas, que antes celebraba, cada vez me gustan menos.

Volviendo a Rayuela, es un libro para jóvenes, siempre para jóvenes. Los de ayer, los de hoy. Es necesario tener dieciocho años para tirarse de cabeza en su estética, su mundo, en el que en realidad sucede muy poco. Caminan por París, beben, oyen jazz, discuten. Pero Gonzalo Celorio, que fue un gran cortazariano, o tal vez lo es todavía, dice que Cortázar nos enseñó una manera de escuchar el jazz, de fumar tabaco negro: Literatura. Entiendo bien a un cuarentón de hoy no le diga demasiado. Cortázar es parte de una educación sentimental que se va quedando atrás. Muchos críticos dicen que los libros envejecen. Dicen que Cortázar ha envejecido mal. Yo creo que los que envejecen son los lectores, el texto dice lo mismo. Sólo que lo que dice ya nos dice menos cada vez. A mí todavía me pueden conmover páginas de Rayuela. Sí. Pero es un poco por mi pasado, por las horas y años que pasé leyéndolo con pasión. Es un poco mi nostalgia, es volver un poco al que fui. Hace mucho que no la leo, pero no sé qué me diría hoy.

Antonio Muñoz Molina dice que un libro debe durar diez años, cuando es para sus contemporáneos. Si dura más, bien; si trasciende, entonces estamos ante un clásico. La literatura de Cortázar ha durado más de diez años, muchos más, y creo que lo mejor de su obra perdurará muchos más, pero su estética y su ética, su visión del mundo, se han quedado atrás. Tal vez se deba a que el autor está demasiado presente en su obra, en su literatura, y con el tiempo esa manera de estar en el mundo envejece, como todas las cosas de este mundo. No sé. Cortázar ya me ha dado mucho, soy el escritor que soy en buena medida gracias a él, y sacudirme su presencia en mi escritura me ha costado muchos años. No sé si pueda seguir leyéndolo como lo hacía hace veinte años.

Rayuela, finalmente, tuvo más éxito que Los premios porque tiene que ver con la vida, con preguntas existenciales, te llega más al fondo, la otra es una novela convencional, que no por eso es poca cosa.



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