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Darwin y su importancia en la consolidación del pensamiento científico...

Alonso Zavala Nuñez
 
 

Una nueva teoría científica

RDU: En su momento, ¿cómo recibieron esta nueva teoría las comunidades científicas de mediados del siglo XIX?

ABE: La idea fue reconocida en algunos casos con cautela, pero de manera generalizada fue aceptada como una nueva teoría científica, es decir, que las diferentes comunidades científicas la aceptaron muy pronto, durante el siglo XIX. Lo que ocasionó una disputa, que duró hasta entrado el siglo XX, fue si la idea de Darwin de la selección natural, era el mecanismo causal que podía haber llevado a las especies a modificarse a través del tiempo. Esta polémica tuvo gran importancia a finales del siglo XIX. Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, gracias a la introducción y el desarrollo de la genética, de los principios mendelianos y de la teoría cromosómica de la herencia, se determina, sin lugar a dudas, que la selección natural es un mecanismo que explica perfectamente la evolución de las especies en el tiempo. Pero en su época, una parte importante de la comunidad científica se volcó a favor de la teoría de Darwin.

Desde el inicio del siglo XIX empiezan a surgir ideas relacionadas con el cambio de las especies. Tenemos a Lamarck, que publica en 1809, la Filosofia Zoológica, de la cual también se celebran doscientos años en este 2009. Lamarck es el primer naturalista que en realidad empieza a hablar de la posibilidad de que las especies se transformen en el tiempo, pero Lamarck estaba equivocado en el mecanismo que desarrolló, el cual tiene dos leyes famosas: la primera es el uso y el desuso de las partes y la segunda es la herencia de los caracteres adquiridos. De alguna forma él ya había empezado a hablar de la mutabilidad de las especies, contraviniendo la idea anterior del fijismo.

Más tarde vienen escritos del abuelo de Darwin: Erasmus Darwin, que en el libro Zoonomía adelanta la posibilidad de que las especies pudieron haber cambiado. En la obra Vestigios de la Historia Natural de la Creación, que en su momento publicó como autor anónimo, Robert Chambers ya era muy persuasivo sobre la idea de que las especies no habían sido creadas de manera inmutable por una deidad. No estoy diciendo con esto que Darwin tomó estas ideas y las volvió a repetir, pues las conocía bastante bien; lo que quiero decir es que Darwin fue muy original no sólo porque cuestionó el fijismo de las especies, sino porque cuestionó también la postura de la teología que daba una respuesta divina al por qué existe tanta biodiversidad de especies y por qué están adaptadas a su ambiente; además Darwin introdujo una propuesta de selección natural, en la cual, dicho sea de paso, el azar jugaba un papel muy importante, en el sentido de que la variación dentro de las poblaciones se generaba de manera independiente a las necesidades de los organismos; es decir, no hay un telos, una finalidad, en la variación que se presenta en las poblaciones naturales.

Lo anterior era impensable para la teología, porque Dios no había dejado nada al azar, por lo tanto, que la teoría de Darwin fuera materialista y que dejara al azar algunos aspectos de la explicación de los seres vivos era una teoría que no sólo no podía ser científica —para la postura eclesiástica― sino que era una aberración racional, por decirlo de alguna manera.

RDU: ¿Actualmente, cómo es vista la teoría de Darwin, cuál es el manejo que le da la ciencia?

ABE: A 150 años de la publicación del Origen de las especies hay una aceptación universal, en el sentido de que es la selección natural el principal, aunque no el único, mecanismo de cambio evolutivo. Incluso se han desarrollado modelos matemáticos, que elaboraron, a principos del siglo XX, tres grandes genéticos estadísticos: Ronald Fisher, Sewall Wright y J. S. B. Haldane, quienes empezaron a modelar matemáticamente cómo podía actuar la selección natural en las poblaciones naturales. Además la genética se ha desarrollado de una manara vertiginosa durante todo el siglo XX, donde aparece también la biología molecular, en fin, se empiezan a desarrollar otras disciplinas que han aportado evidencias empíricas, datos duros de corroboración de la teoría darwiniana de hace 150 años. Porque obviamente la genética no existía en esa época; Darwin sí estaba equivocado en su explicación sobre cómo las variaciones de los individuos se podían transmitir de una generación a otra, pero en cuanto surge la genética, a principios del siglo pasado, esto queda clarificado y áreas como la biología molecular, la sistemática, la paleontología, aportan evidencias contundentes de que efectivamente la evolución es un hecho.

Pero por otro lado, la evolución es vista como un proceso histórico, en el cual el cambio de las especies tiende a dejar sus huellas; de esta manera nosotros podemos estudiar los diferentes linajes con disciplinas como la paleontología, la sistemática o la biogeografía. La evolución también se puede entender a través de estos grandes linajes en las diferentes eras geológicas, aquí estaríamos hablando de una idea de tiempo profundo. La tercera idea, igualmente importante, es que la teoría darwiniana se ve como una teoría que explica de manera suficiente y eficiente los cambios que han ocurrido en los organismos y que la selección natural es, como antes mencioné, de los cinco mecanismos sin duda el más relevante que nos da esa explicación de los cambios en las poblaciones a través del tiempo.

RDU: Junto a las teorías de Darwin han coexistido otras teorías sobre el origen de los seres vivos. ¿Considera que alguna de éstas pudo llegar a refutar completamente el trabajo de Darwin?

ABE: Efectivamente hubo otras propuestas, como ya he mencionado, los trabajos de Lamarck hacían notar que las especies mutaban a través del tiempo, pero la forma como lo explicaba era incorrecta; esto es conocido como lamarckismo y se basa en que aquello que los organismos usan o desusan en su vida lo heredarán a sus descendientes; esa es básicamente la propuesta de Lamarck, pero ahora sabemos, gracias a la genética y algunas otras disciplinas, que no sucede así; para el lamarckismo lo que hagamos con cierto énfasis en nuestra vida o dejemos de hacer, modificará de alguna forma nuestro material genético, y de esta forma nuestros descendientes adquirirán estas características. Esto es conocido como la “Herencia de los caracteres adquiridos”. Lo anterior era muy conocido durante la época de Darwin, pero luego el lamarckismo se desarrolló con mucha fuerza y se llamaría neo-lamarckismo, cuando en los años 40 del siglo pasado, durante el desarrollo de la biología molecular y con el estudio de las bacterias, se pensó que estás podían explicar un cambio evolutivo al estilo en que lo había propuesto Lamarck. Cuando estos investigadores, básicamente franceses, postularon que las bacterias modificaban su material genético por causas ambientales dirigidas (por ejemplo, se pensaba que el uso de ciertos antibióticos modificaba el material genético de las bacterias produciendo resistencia a ellos) pensaron que esto podría llevar, si no a una negativa, por lo menos si a un cuestionamiento acerca de las teorías de la evolución por selección natural apoyados por los avances de la genética en el siglo XX.

Pero conforme se fue profundizando en esta materia, se llegó a concluir que la genética de las bacterias no era diferente a la de los demás seres vivos, quienes heredan su material genético, por decirlo de esta forma, de la misma manera que lo hacen otros organismos. Con esto se descartó el neo-lamarckismo, y creo que ya nadie defiende a esta teoría en la actualidad.

Podríamos hablar de otras, que cuando surgieron fueron cuestionadas como alternativas al darwinismo, y me refiero a la teoría de Stephen Jay Gould y de Niles Eldridge, llamada la teoría del Equilibrio intermitente o del Equilibrio puntuado, donde ellos proponen, a finales de los años 70, que al menos, desde el punto de vista de la paleontología, el cambio que se ve en las especies no es gradual ni continuo como lo había propuesto Darwin, ya que él pensaba que las variaciones en el tiempo se daban por pasos que a veces no eran notables y creía en un cambio continuo gradual. Estos autores propusieron que las especies a nivel paleontológico y a partir del estudio las eras geológicas y los fósiles, tienen largos periodos de estasis, esto es, se mantienen iguales por un tiempo prolongado y de repente hay saltos bruscos, que son llamados saltos intermitentes o puntuaciones en el registro fósil.

En un principio se les cuestionó a Gould y a Eldredge si esta propuesta sería una modificación a la teoría de Darwin, o incluso una suplantación de la teoría evolutiva y si era esto abandonar la visión gradualista que Darwin propuso. Pero estos investigadores fueron modulando sus propias ideas y expusieron en otros escritos que al menos en el registro fósil podían verse los cambios intermitentes, pero que a nivel ecológico los cambios podían ser continuos y estarían de acuerdo con la teoría de la selección natural.

Por supuesto que no se pronunciaron como anti-dariwinistas ni estaban pensando en una nueva teoría que suplantara a la teoría de Darwin, más bien la pensaron como una propuesta hacia el campo de la paleontología y de la geología, donde podríamos estar hablando no de una continuidad sino de saltos bruscos.

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