La
experiencia desarrollada en los últimos años desde
diversos municipios latinoamericanos, manifiesta la pertinencia
de la aproximación territorial en el diseño e instrumentación
de políticas públicas para el DRS (Enríquez,
1996; Federación Mundial de Ciudades Unidas et al., 2001;
Germain y Rodríguez, 1995). La gestión ambiental
municipal puede parecer un lujo para la mayoría de los
municipios latinoamericanos. Esta percepción se manifiesta
cuando la sustentabilidad se reduce a una dimensión, habitualmente
la ambiental y el resto de los problemas que se enfrentan se identifican
sin ninguna vinculación entre sí.
Arles
Caruso propone que un modelo de intervención exitoso y
además, el más viable para los municipios pequeños
se caracteriza por dos elementos: “La integralidad de la
intervención y el acotamiento generalmente geográfico,
o a veces temático de la misma [...] Desde este enfoque
cualquier intervención de mejoramiento de un distrito,
una zona, o colonia, debería ser básicamente una
forma de construir condiciones de mejoramiento global, de solución
de problemas distintos percibidos por la población como
independientes [...]” (Federación Mundial de Ciudades
Unidas et al., 2001).
El
enfoque territorial otorga a las políticas públicas
para el DRS un referente específico para su construcción.
El diseño de estas políticas parte de las
condiciones propias del territorio, no adapta a éste
los lineamientos de la política nacional. Mediante
este enfoque, las políticas públicas encuentran
mejores condiciones para ser coherentes con su propia definición
que las distingue de las políticas gubernamentales:
sin participación ciudadana no puede hablarse de
políticas públicas. |
Asimismo,
el debate sobre la pertinencia de las políticas regionales
se traslada, mediante la utilización de este enfoque, a
las discusiones sobre la complementariedad y no
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la
adaptación de las políticas nacionales.
La
orientación endógena
En
la actualidad nadie pone en duda la necesidad de la participación
de los grupos locales para la promoción del desarrollo
regional sustentable (Ávila, 1998; Blauert y Zadek, 1999;
Enríquez, 1996; Pretty, 1995; Primack et al., 1999). Dicha
participación implica, en un sentido más amplio,
la construcción y movilización de los recursos territoriales,
lo cual constituye el núcleo de la orientación endógena
del desarrollo. A partir de este planteamiento, es pertinente
discutir diversas facetas de esta orientación y su vínculo
con el diseño de políticas públicas para
el DRS.
Desafios
para impulsar las políticas de DRS
El
desafío que enfrentan los grupos locales para impulsar
el DRS puede sintetizarse en la siguiente proposición:
establecer mecanismos institucionales que propicien la articulación
de sus capacidades, individuales y colectivas, en un proceso orientado
por la innovación sustentable (Morales, 1998b).
Merece
destacar que la articulación de las capacidades locales
tiene un carácter específico. Primero porque las
capacidades expresan la historia, los hábitos y las aspiraciones
de una sociedad local particular. Segundo porque la articulación
expresa, a su vez, una forma propia (generalmente no replicable
en otros contextos territoriales y temporales) de coordinar la
utilización de esas capacidades.
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