La astronomía de Kant

Al comienzo mismo del Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels Kant indica claramente que para entender esa obra será necesario comprender los principios fundamentales de la filosofía newtoniana y saber cuál es el arreglo de las estrellas fijas, derivado del estudio de la Vía Láctea, pues su similitud con el Sistema Planetario permitirá entender la formación de éste y la existencia de muchos otros. En el prefacio fija su posición respecto a este tipo de estudios, rehuyendo las posturas religiosas al mismo tiempo que discute los motivos de su interés en el problema y hace notar que sus ideas acerca del origen del Universo son filosóficamente similares a las de Lucrecio y sus antecesores Epicuro, Leucipo y Demócrito. Señala:

Si la estructura planetaria, con todo su orden y belleza es solamente un efecto de las leyes de movimiento de la materia, si los mecanismos ocultos de las fuerzas de la naturaleza son capaces de evolucionar por si mismos a partir del caos hasta alcanzar la perfección, entonces la prueba de la existencia de un autor primordial divino, que nosotros derivamos de una mirada a la belleza de la estructura cósmica, es completamente desacreditada. La Naturaleza es autosuficiente y el papel divino es innecesario. Epicuro vive nuevamente en medio de la Cristiandad y los pasos de una filosofía profana sobre la fe, emite una brillante luz que la ilumina.

Acepta que sus ideas sobre las estrellas fijas han sufrido la influencia del trabajo de Thomas Wright, pues de su lectura pudo visualizarlas no como un sistema disperso y confuso sin regla alguna que lo sujetara, sino como un conglomerado algo parecido al Sistema Planetario. Kant establece que igual que los planetas se localizan todos muy cerca de un plano común, las estrellas fijas están relacionadas, tanto como es posible, con un plano imaginario trazado a través de la bóveda celeste, siendo la Vía Láctea la acumulación estelar de mayor densidad de ese plano. Me he convencido, dice, que debido a que esa zona es iluminada por un número infinito de soles está estructurada en forma precisa como un círculo máximo y nuestro Sol debería estar localizado muy cerca de ese gran plano de interconexión.

Acepta que sus ideas sobre las estrellas fijas han sufrido la influencia del trabajo de Thomas Wright, pues de su lectura pudo visualizarlas no como un sistema disperso y confuso sin regla alguna que lo sujetara, sino como un conglomerado algo parecido al Sistema Planetario. Kant establece que igual que los planetas se localizan todos muy cerca de un plano común, las estrellas fijas están relacionadas, tanto como es posible, con un plano imaginario trazado a través de la bóveda celeste, siendo la Vía Láctea la acumulación estelar de mayor densidad de ese plano. Me he convencido, dice, que debido a que esa zona es iluminada por un número infinito de soles está estructurada en forma precisa como un círculo máximo y nuestro Sol debería estar localizado muy cerca de ese gran plano de interconexión.

Wright escribió varios trabajos intentando explicar la estructura cósmica. En 1750 apareció su An Original Theory or New Hypothesis of the Universe, un resumen de la cual sirvió para que Kant conociera las ideas de ese inglés. En esa obra Wright afirmaba que las estrellas fijas, entre las que consideró al Sol y por tanto al Sistema Planetario, estaban contenidas por un delgado cascarón esférico. Explicó que observando hacia afuera o hacia adentro de él se verían pocas estrellas, pero si la observación se realizaba mirando en dirección paralela al plano de la tangente a ese cascarón, entonces se vería una gran cantidad de estrellas. El autor de este modelo cósmico no escapó a las consideraciones religiosas, ya que identificó el centro del Universo con el lugar ocupado por la divinidad, de la que irradiaba todo. Aunque Kant tomó algunas ideas de Wright, eliminó la presencia de un ser divino en su propia explicación.

Kant afirmó haber ido más lejos que el modelo de Wright, pues no se quedó solamente en el terreno de las especulaciones filosóficas, sino que ha tomado en cuenta datos observacionales como la existencia de las “nebulosas de estrellas” que Maupertuis consideró en sus investigaciones ya mencionadas. Sobre la forma de esos objetos dijo estar convencido que tales cuerpos celestes son solamente acumulaciones de estrellas fijas. Consecuente con sus ideas sobre la estructura cósmica, sostuvo que éstas en realidad estarían moviéndose unas respecto de otras, aceptando por ello la existencia de los llamados movimientos propios8 , que no serían reflejo o consecuencia de ninguno de los que tiene la Tierra, que por la gran lejanía a que se hallan las estrellas de nosotros son imperceptibles sin los instrumentos apropiados. En aquel momento medir esas desplazamientos era un problema de frontera, por lo que algunos de los mejores observadores estaban tratando de medir esos desplazamientos, que en efecto son muy pequeños a causa de las enormes distancias que nos separan incluso de las estrellas más cercanas. James Bradley, que es citado por Kant en un largo comentario, encontró que el desplazamiento de la posición de una estrella en la bóveda celeste, se debe a un efecto combinado de la velocidad orbital terrestre y de la que tiene la luz proveniente del astro en cuestión9 , que aunque resulta muy grande es finita. La postura del filósofo de Koenisberg respecto de este problema muestra que estaba al tanto de las investigaciones, incluso las que se desarrollaban en el tereno de la observación, realizadas por los principales astrónomos de su época, lo que confirma la amplitud de sus conocimientos científicos.