Phrónimos

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El adjetivo correspondiente al sustantivo frónesis es frónimos y se traduce como “sensato, prudente, razonable, cuerdo, juicioso, consciente” (Pabón S. de Urbina, 1974, p. 631). El término es multisémico y hay que interpretarlo dentro del contexto de las obras del autor analizado. Los rasgos propios de un frónimos, que por extensión se aplican a un líder social, serían los siguientes:

- Recibe una educación esmerada que lo capacita para la actividad comunicativa a través del logos, con base en un conocimiento de lo particular (el pasado), del método de argumentar (retórica) y de las virtudes; un conocimiento que lo prepare para evaluar sobre casos particulares.? Así conoce los principios trascendentales para el individuo y la comunidad.

- Argumenta inductivamente: gracias a su gran experiencia, a través de la analogía, muestra lo que es ventajoso para sí mismo y para los demás.

…los jóvenes pueden llegar a ser geómetras, matemáticos, y pueden adquirir habilidad en estas materias; pero no ocurre lo mismo con la prudencia. La razón de ello está en que la prudencia mira a los casos particulares, que no son conocidos más que por la experiencia, y el joven es inexperto; hace falta un largo lapso para que nazca la experiencia. (Ética Nicomaquea, VI, 8)

- Cuida su imagen pública: se esfuerza en ser y parecer sabio: “…también causa placer el parecer sabio; porque el tener prudencia es cosa de mando y la sabiduría es conocimiento de muchas cosas y admirables.” (Retórica, I, 11). Cuida su reputación: “La buena fama consiste en ser tenido como virtuoso por todos o poseer algo a que todos, o los más, o los buenos, o los prudentes aspiran”. (Retórica, I, V)
- Dice la verdad ante la audiencia, no miente: “porque dicen la verdad, y son tales los de edad avanzada y los que han recibido una educación esmerada” (Retórica, II, 6. 1384a, 33-34)

- Aprovecha la oportunidad para elegir lo útil y bueno: “Así pues, dado que llamamos bueno lo deseable en sí mismo, y por sí mismo y no a causa de otro, y aquello a que todo ser tiende y lo que elegiría cualquiera que tuviera razón y “prudencia” (Retórica, I, 7, 1363b 14-17)

- Escoge lo que conviene: tiene la capacidad de establecer cuál bien es preferible: “…hemos dado como definición que el bien era aquello que todo el que hubiese recibido el don de la discreción escogería para sí; así pues, es evidente que es mayor lo que la discreción considera que es más”. (Retórica, I, 7).

- Escoge lo conveniente, en relación con las circunstancias, con conocimiento de causa, no al azar: hace uso del conocimiento de los tópicos para evaluar cuáles son los mayores bienes. Expresa Aristóteles: “Y lo que juzgarían o hayan podido juzgar los discretos, sean todos, o el vulgo, o la mayoría, o los mejores, como bueno o mayor, es preciso que sea así, o simplemente o porque juzgaron según discreción. Esto es común en la medida de las demás cosas; pues el qué, el cuándo y el cómo son tal como pueden decir la ciencia y la discreción” (Retórica, I, 7)

- Actúa con sofrosiné: modera sus pasiones y sentimientos en público.

Para Ricoeur (1989), el término frónesis, fue traducido por los latinos como “prudencia”, palabra que tiene un sentido muy distinto, pues el concepto de prudencia contiene la idea de precaución. Dice que para Aristóteles la frónesis es una sabiduría práctica que actúa en determinadas circunstancias:

Al final del libro sexto de la Ética a Nicómaco se halla un fragmento, una entrada que no deja de sorprenderme, porque se afirma que, en definitiva, lo más importante de la frónesis, de la sabiduría, es el frónimos, el hombre sabio, porque su gesto, su tacto moral, le permite saber, ante una situación dada, reconocer en qué sentido se puede actuar bien o mal. Aristóteles hace también un parangón entre la frónesis y la sensación, la aisthesis, que nos pone en contacto con las cosas singulares. Se puede decir que la frónesis nos pone en relación con las situaciones singulares a partir de las grandes decisiones de la vida, que se toman en orden a la felicidad. La frónesis circula de abajo hacia arriba. Arriba está la idea que nos hacemos de la felicidad, en medio las diversas virtudes con que las perseguimos, y debajo las acciones singulares, concretas. La frónesis es el arte de poner de acuerdo todos esos niveles, es decir, un arte moral. Se puede decir que la frónesis es la gran virtud de la vida práctica, pero el que practica esta virtud no lo sabe. El que hace teoría sobre ello es el filósofo. Es por eso que Aristóteles no concluye con la vida práctica, sino con la vida contemplativa: sólo el hombre contemplativo es capaz de comprender precisamente ambos modos de vida: tanto la vida practica -que para él es la misma cosa que la política- como la vida especulativa que le es propia.

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